Capitulo 16

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Ryan me miraba expectante, esperando una respuesta a su pregunta, así que solo respondí lo primero que me vino a la cabeza para restarle importancia.

—Nada importante —respondí lacónica.

—No creo que sea algo sin importancia —terminó de recorrer el camino hacia mí y, como la ropa se lo permitió, se sentó a mi lado—. Puedes confiar en mí, Kaia. Si no fuera importante, tu amiga no lo habría mencionado.

Su tono era suave, casi hipnótico. Es como si supiera que, a través de las palabras, tuviera algún poder. Me retuvo la mirada y, como ya se estaba haciendo costumbre, fui yo quien le puso fin a ese juego de miradas, poniéndome de pie de inmediato.

—Espera aquí —dije, y me fui directo a mi habitación en busca de la maldita nota. Sentí sus ojos pegados a mi espalda hasta que desaparecí por el pasillo.

Cuando regresé al salón de nuevo, el chico se mantenía en el mismo lugar, con la vista fija, pensando, sabrá Dios en qué. Se veía hermoso, a pesar del atuendo ridículo que mi amiga le dio, que por cierto, esa me escucharía luego por abrir su bocota.

Llegué a su lado y le tendí la nota. Él me miró y luego posó su mirada en mi mano. Levantó la suya, agarrando la nota entre sus dedos, depositando un leve roce que me sacudió los sentidos. Su tacto fue rápido, pero cálido. Quizás estaba sensible por todo lo sucedido.

Ryan desdobló el papel y, con el ceño fruncido, leyó lo que decía. Su mandíbula se marcaba por la presión que ejercía en sus molares. Noté cómo la sostenía con tanta fuerza que las venas de los brazos se le marcaban.

—¿Tienes idea de quién podría ser? —su mirada se veía vacía, algo diferente se notaba en sus orbes color cielo.

Negué ante su pregunta.

—¿Has hablado con la policía? —volvió a preguntar.

—No creo que sean de mucha ayuda —confesé, ya que no lo fueron hace tiempo atrás.

Asintió varias veces mientras seguía pensando en algo. Su cara era indescifrable.

—No lo hagas, te ayudaré a llegar al fondo de esto —me dijo con una convicción que, más que tranquilizarme, me inquietó un poco.

Decidí ignorarlo. Estoy muy sensible por todo lo vivido en estos dos días.

Iba a preguntarle por el chico de la foto, el que me había mostrado en el hospital, pero no pude. Su teléfono empezó a sonar y, de soslayo, pude ver el rostro de una chica en la pantalla, pero no alcancé a verla con claridad.

Ryan soltó un bufido antes de responder.

—¿Qué quieres? —soltó bruscamente.

—No, no puedo ahora —volvió a hablar, mientras la otra persona hablaba, él se pasaba la mano por el pelo en señal de frustración.

—Está bien, ya salgo para allá, ¡joder! —Quienquiera que fuera que estuviera del otro lado parecía molestarlo sobremanera. Un pinchazo desconocido se instaló en mi estómago, pero lo dejé pasar.

Colgó y se giró de nuevo hacia mí.

—Lo siento, pero tengo que marcharme —dijo con pesar. Su tono había bajado, pero se veía agitado.

—Vale, no te preocupes, estaré bien —me puse de inmediato de pie—. Iré a por tu ropa, espero que esté lista.

No dejé que respondiera, solo salí en busca de su ropa. Afuera, la lluvia había mermado un poco y los relámpagos y truenos habían desaparecido, algo que me dejaba más tranquila.

Al cabo de unos segundos, regresé con su ropa ya seca. Me acerqué a Ryan y se la tendí. Él la tomó, su cara seguía igual de indescifrable, como si estuviera debatiéndose internamente con algo, pero no dijo nada, solo la tomó y se fue al baño a cambiarse.

Tras salir, lo acompañé hasta la puerta, ambos en silencio. Supongo que ninguno sabía qué decir.

—Kaia —habló, rompiendo el silencio.

—¿Mmm? —levanté la vista, que tenía dirigida hacia abajo, pensando en mis cosas.

—¿Puedo preguntarte algo? —Intuí lo que sería. Me inquietó y hasta quise decirle que no, pero...

—Claro, lo que sea —terminé respondiendo.

Vi que dudó un momento, pero continuó.

—El chico del hospital y tú... —No lo dejé terminar la frase. Sabía que tenía que ver con Rixel.

—No —dije con una convicción que me sorprendió hasta a mí—. No somos nada.

Mentirosa, atacó mi conciencia.

La ignoré.

—¿Estás segura? —Pues la verdad no lo estoy, pero eso era algo que no le diría.

—Totalmente —afirmé. Vi cómo sus músculos se relajaron y cómo una leve sonrisa apareció en sus labios, casi imperceptible.

Continuamos nuestro camino y, tras despedirnos, se me acercó dudoso. Yo no fui capaz de moverme del lugar y, al ver que no me alejaría, se acercó a mí suavemente, mirándome a los ojos. Depositó un beso en la comisura de mis labios. Fue algo rápido, fugaz, pero pude sentir la humedad de sus labios y su suavidad. Su aroma, mezclado con el olor a lluvia, me golpeó fuerte los sentidos, y mis latidos se aceleraron un palmo. Tan rápido como me besó, se separó.

—Que tengas buenas noches, preciosa.

Y, tras eso, se marchó.

Bueno, mis amores, lo prometido es deuda. Aquí les dejo el otro capítulo.

¡Espero que me digan qué les pareció y me dejen sus teorías conspirativas jajaja!

Los quiero mucho. Gracias por el apoyo a la historia.

Bssss 😘

M.G. ❤️✨

KaiaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora