Capitulo 15

82 35 118
                                    

Ryan estaba en la puerta, vestido completamente de negro, con una sudadera cuyo gorro le cubría parte del rostro, empapado por la intensa lluvia que caía afuera. El agua goteaba de sus manos, y del gorro caían gotas que se deslizaban por su frente.

Un dolor agudo me golpeó la cabeza en ese momento. Llevé una mano a la sien en un intento inútil de calmar el malestar, pero un grito ahogado escapó de mis labios cuando imágenes borrosas e incoherentes invadieron mi mente.

Rápidamente, mi amiga y él llegaron a mí. Ryan no lo pensó dos veces y solo sentí cómo, entre el mareo, el aturdimiento y el dolor, sus manos fuertes y firmes me agarraban como si de una pluma se tratara. La humedad de su ropa mojada se coló por las partes de mi piel desnuda que el pijama no cubría.

Con delicadeza, me colocó en el sofá y se arrodilló frente a mí, su cara contraída en preocupación. Sami llegó corriendo con un gran vaso de agua y él rápidamente lo agarró y, con una suavidad increíble, me llevó el vaso a los labios, mientras que con su suave voz me ordenaba que bebiera.

Le hice caso, tomando varios sorbos de agua bajo su atenta mirada. Poco a poco, el dolor iba disminuyendo y el aturdimiento mermando. Me recosté hacia atrás en el sofá bajo, cerré mis ojos mientras luchaba por controlar mi ritmo cardíaco y respiración, cosa que conseguí al cabo de un rato.

—¿Estás bien? —Ryan habló al ver que me incorporaba; él aún se mantenía de rodillas frente a mí.

Asentí con la cabeza mientras me acomodaba derecha en el mueble.

—¿Hermana, necesitas algo? —La voz preocupada de Sami hizo que la mirara de inmediato; pobre, debió haberse asustado mucho.

—Sí, estoy bien —respondí a Ryan— y no, cariño, no necesito nada. Estoy bien de verdad —esta vez le hablé a mi amiga.

Miré al chico frente a mí y caí en la cuenta de que llevaba un rato completamente mojado y que si seguía así, seguramente pescaría un resfriado.

—Tu ropa está toda mojada —le dije al ojiazul frente a mí, quien me miraba con esa intensidad tan característica de él—. Te resfriarás si sigues con ella puesta.

—Descuida, solo pasé a verte porque no respondías las llamadas y mensajes y me preocupé un montón. Perdona la intromisión —dijo mientras se ponía de pie.

A estos dos hay que responderle el teléfono en el futuro, porque son igual de impulsivos.

Me recordó mi conciencia, ya que Rixel había hecho lo mismo días atrás.

Menudo par.

Coincidía.

—Espera aquí —salí de mi chisme interno cuando sentí a Sami hablar, pero esta vez se dirigía a Ryan.

Corrió por el pasillo y desapareció en su habitación. Ryan y yo nos miramos con confusión, pero segundos después cambiamos a una de sorpresa. Sami traía una muda de ropa seca de ella para el chico, que consistía en unos pantalones anchos tipo mono deportivo, una camiseta grande y vieja, ah, y unas chanclas.

—Toma, ponte esto y yo paso tu ropa por la secadora —se ofreció la rubia.

—No hace falta, estoy bien de verdad —el Ryan que conocí en el cementerio volvía a estar frente a mí, incluso pareció un poco ruborizado por la situación.

Mi amiga, quien no se parece a nadie y suele ser más molesta que un grano en el culo, empujó a Ryan hasta el cuarto de baño mientras le daba la ropa para que se cambiara. Yo solo me divertía con la situación.

A regañadientes, el ojiazul cedió. Minutos más tarde, volvió al salón. Yo seguía sentada en el sofá y Sami a mi lado, hablando de cosas vanales, nada importante. Un carraspeo nos sacó de nuestra superficial charla.

Sami y yo nos miramos con lo que puedo llamar diversión, aunque mi querida amiga malvada lo hacía con burla. Pero no era para menos; Ryan se mostraba serio, incluso avergonzado, mientras nosotras conteníamos la carcajada, hasta que Sami no pudo más y yo la seguí.

Lo cierto es que aquel hombre, con lo que se pusiera, se veía sexy, pero la ropa le iba extremadamente pequeña, a tal punto que si estornudaba, rompería todas las prendas. Con paso firme, se terminó de acercar a nosotras y yo, por educación, dejé de reírme abiertamente, pero no dejé de mirarlo.

Gracias a esa ropa, todo se marcaba muy bien.

Estaba de acuerdo con mi conciencia, así que ambas disfrutamos de las vistas.

—Ánimo, chico —habló Sami mientras se paraba del sofá y se dirigía a Ryan, recogiendo la ropa estrujada y mojada de sus manos—. Mira el lado positivo, al menos ya estás seco —le dijo mientras le guiñaba un ojo.

—Kaia, corazón, si necesitas algo, me llamas —miró a Ryan—. Tú también —le dijo. Este solo asintió dándole las gracias.

—¡Ah! —volvió a volverse hacia nosotras—. Enséñale la nota; quizás pueda ser de ayuda —soltó tan tranquila y siguió su camino como si no hubiera dicho nada.—Que nota? —pregunto el chico con confusión —suspire

Hola, hola, mis amores, espero estén genial.

Al fin pude actualizar, ajjaja. Espero que el capítulo les guste. He estado un poco estresada, por lo que no había podido subir capítulos nuevos, pero ya está todo bien, así que ya tendrán actualizaciones más seguidas.

Cuéntenme qué les pareció y, por favor, déjenme sus lindos comentarios.

Bssss 😘

M.G ❤️✨

KaiaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora