Capitulo 3

222 89 225
                                    

Una semana había transcurrido desde que llegue a casa. No había vuelto a hablar con tía Irene desde el día del cementerio. La verdad era que me sentía solitaria en aquella casa con tantos recuerdos abrumadores. Aún no había entrado a las habitaciones de mis padres, pero sabía que en algún momento tendría que hacerlo.

Mientras tomo mi taza de café, decido echarle un vistazo a mis redes sociales. Así que agarro el móvil y salgo al patio trasero, sentándome en el viejo columpio. Sami, recién había subido a su Instagram una foto en bañador, en la piscina de un pequeño hotelito del pueblo. Su pelo rubio, corto y mojado, pegado a su cara mientras mira hacia abajo. La foto, tomada en forma de selfie desde el ángulo de arriba.

Le doy un corazón mientras doy un sorbo a mi café, y automáticamente leo en la pantalla su nombre en una llamada entrante.

-¡Vaya, vaya, mira quién apareció! -dice con fingida molestia

-¡Qué exagerada eres! Apenas llevo una semana aquí.

-Sí, lo sé, el tiempo justo para olvidarte de tu amiga preferida.

-¿Preferida? Si eres la única -le digo riendo.

-Pues por eso, la preferida. Y bueno, cuéntame, ¿cómo te va por allá, en la gran ciudad? ¿Ya conociste a algún chico guapo o has ido a alguna discoteca de esas súper guay?

Sonrío. Es normal que pregunte; en nuestro pueblo todos se conocen y no hay lugares nuevos y, por lo general, es bien aburrido.

-Bueno, aún no voy a ninguna discoteca... -no me dejó terminar de habalar.

Un jadeo de sorpresa salió de la boca de Sami, uno exagerado, tal y como es ella.

-¡Pero sí conociste a un chico guapo! No me lo puedo creer. ¿Y te lo guardas para ti? Vamos, cuéntamelo todo y exagera los detalles.

Sami siempre ha sido así: extrovertida, extravagante, con muy buen humor y carácter. Al principio casi que nos odiábamos, pero luego nos conocimos bien y puedo decir a día de hoy que no puedo tener mejor amiga que ella.

-Exagerada. No hay mucho que contar, solo lo conocí el día que fui a ver a mis padres. Charlamos un poco y decidí dejar nuestro próximo encuentro a manos del destino

Sami suspiro dramáticamente

-Bueno, como sea, cuéntame de la gran ciudad, muero de curiosidad.

Sonreí ante la curiosidad de mi amiga, pero me emocionó contarle lo poco que había visto en esos días en que recién me había mudado. Antes de colgar le prometí que la mantendría actualizada de todo lo que aconteciera y que le mandaría fotos de los lugares a los que fuera.

Recordé que a unas cuantas cuadras de casa había un pequeño café que me resultó muy bonito y que moría de ganas por conocerlo. Para nadie era un secreto que era amante del buen café. Subí a la habitación, me di una ducha rápida y vestí ropa cómoda. Decidí ir caminando y así estirar un poco las piernas.

El café resultó estar un poco más lejos de lo que recordé; en coche parecía más cerca, pero de igual forma se sintió bien caminar un poco. Así podía disfrutar mucho mejor las vistas, sin prisas, dejándome envolver por la agitada vida a mi alrededor y que casi ya no recordaba.

"Lounge Coffee", es como se llama este maravilloso lugar. Nada más entrar, el olor a café inundo mis fosas nasales. El aroma hace que se me haga agua la boca. El lugar es sencillo pero acogedor, varias mesas de cuatro sillas esparcidas por el lugar con una barra en el centro con grandes máquinas de expreso. En cada mesa cuelga una lámpara que cae desde el techo, dándole un toque vintage.

KaiaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora