Vestía un hermoso vestido blanco, de mangas largas, con un escote en forma de cascada que dejaba ver mi entrepecho. Mi cabello rojo lo había recogido en un moño con varios rizos sueltos, dándole un aspecto desenfadado. Por supuesto, mi maquillista personal había hecho su parte, dejándome aún más deslumbrante. Gracias a que la herida estaba casi completamente curada, solo usé una bandita color piel que la cubría lo justo y no se notaba mucho.
Mi amiga iba vestida de negro. Su pelo rubio y su piel blanca como la leche creaban un lindo contraste. Decir que se veía sexy y hermosa no era suficiente; definitivamente éramos el yin y el yang, por eso nos complementábamos tan bien.
Nos fuimos en mi auto, pero Sami condujo hasta el lugar que ella había seleccionado. Quince minutos después, estábamos en la entrada de un bar donde un letrero en grande nos recibía con el nombre de "Neon Bar'S", la silueta de una copa en forma de triángulo de color azul neón, como era de esperarse.
Nos apresuramos a entrar. El lugar estaba repleto de personas, todas sudadas y gritando al ritmo de la música que sonaba. El ambiente era contagioso. Sami me agarró de la mano y, como pudimos, llegamos a la barra. Un chico de cabello desordenado y hermosa sonrisa nos atendió.
—Buenas noches, guapas —gritó para que pudiéramos oírlo por encima de la música—. ¿Qué les pongo?
—Dos ron cola —Sami me miró pícara—. Esta noche se bebe, ¡uhhh!
Reí a carcajadas por su locura, que era muy contagiosa. El chico llegó con nuestras bebidas y una pajilla en cada vaso. Me causó gracia ver sus ojos, que parecían salirse de las cuencas cuando mi amiga, casi de un trago, se bajó medio vaso.
—Es para ir calentando —le dijo ella a modo de respuesta, y tras eso me arrastró hasta el centro de ese mar de personas.
Juntas empezamos a bailar al ritmo de la música, sensualmente, lento, como si fuéramos una pareja en nuestra primera cita. No soy de llamar la atención, mucho menos de ser el centro de todo, pero esa noche me estaba dejando llevar por mi amiga, olvidando todos los problemas y preocupaciones, y siendo simplemente la chica de veinte años que era.
Recibimos muchas miradas, sobre todo de chicos que lo hacían con lascivia en sus ojos, pero no me importó; la noche era nuestra. Mañana ya lidiaríamos con la resaca.
Llevábamos varias canciones bailadas, una fina capa de sudor nos empezó a cubrir el cuerpo y la herida comenzó a escocer un poco. Afortunadamente, no tuve que dejar a mi amiga sola, ya que un chico un poco más alto que nosotras, y que al parecer conocía, la invitó a bailar. Su cara me era familiar, pero no recordaba de dónde; ya le preguntaría más tarde.
Me dirigí directamente a la barra. Las luces estrambóticas hacían ver todo robotizado, ayudando a que el alcohol surtiera efecto más rápido en mi sistema. Intentaba sacar mi teléfono para chequear la hora cuando choqué con algo, o más bien, con alguien.
Levanté la vista y conecté con unos ojos que reconocía a la perfección. Mi cuerpoi quedó paralizado, el corazón me latía a mil por hora, sentía que en cualquier momento se me saldría por la boca. Su cara reflejaba total sorpresa; al igual que yo, claramente no esperaba encontrarnos allí.
La voz de una chica me sacó del trance en el que me había sumergido y, fue entonces, cuando me percaté de que él iba de brazos con ella. Era hermosa y casi tan alta como él. Intercambié la mirada entre los dos, tratando de que no se notara mi decepción, y sin mediar palabra, continué mi camino hacia la barra.
Al llegar, el mismo chico me atendió, así que le pedí que me pusiera otro trago, pero esta vez mucho más cargado. Necesitaba bajar el nudo en mi garganta, aunque fuera a punta de alcohol.
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Kaia
RomanceDespués de cinco años marcados por un doloroso incidente, Kaia Miller regresa a la ciudad y a la casa que una vez fue su refugio de felicidad, ahora cargada de recuerdos dolorosos. En su intento por sanar las heridas del pasado, Kaia se encuentra co...