Entre el debate y el deseo

El debate del corazón

—Señora Segura, ¿tiene algo que decirle al doctor Moa sobre esto?

Patricia suspiró ante la pregunta de la presentadora, miró los portafolios que tenía sobre la mesa y los movió colocándolos uno al lado del otro para revelar aquel que sí decidía abrir podría cambiar todo el rumbo del debate y seguramente otorgarle la victoria. Néstor acababa de dar su discurso final y sus palabras fueron lo suficientemente firmes y convincentes como para potencialmente convencer a los televidentes de su verdad, haciéndolo el posible ganador de dicho enfrentamiento. Miró a Emilio y éste con un ligero asentimiento de cabeza la animó a hablar, ambos sabían que con la información contenida en aquel portafolio hundiría completamente al doctor y ganaría ella el debate. ¿Acaso no era eso lo que quería, ganarle a Néstor y demostrarle al pueblo que en ella era en quien debían confiar para mejorar la sanidad de Valencia? Sí, tal vez, pero no a costa de convertir al Dr. Moa en su enemigo, menos ahora que le necesitaba para que curara su cáncer y la salvara de las garras de la metástasis que cada día se apoderaba más y más de su cuerpo. Era un precio muy alto que pagar, su salud y su vida estaban primero; o al menos se convenció a sí misma de que esa era la única razón por la que no destrozaba en ese preciso instante la carrera y la reputación de Néstor. Y no por que en su corazón comenzaba a crecer un sentimiento que ni por un instante planeó, porque lo cierto era que no quería tener a Néstor como rival. Lo necesitaba, de todas las formas que se pueda llegar a necesitar a alguien.

Néstor la miró y ella le devolvió la mirada, y fue precisamente lo que encontró en los ojos de él lo que la hizo tomar una decisión.

—Señora Segura, por favor. —la presentadora insistió; todos los presentes seguían esperando por una respuesta de parte de la presidenta.

—Sinceramente, no. —respondió con un poco de duda, aunque en el fondo sabía que había decidido correctamente,  hubiera sido un desastre lanzar semejante Hiroshima . —Que para tener tan mala opinión de nosotros ha hecho un discurso digno del peor político, eh.

Pronto el debate acabó y Patricia se levantó de la mesa, notó que Néstor la siguió con la mirada mientras ella se dirigía hacia Emilio que la esperaba en un rincón detrás de cámaras en el estudio.

—Pero, Patricia, coño ¿por qué no has usado la información que te he conseguido? Tenías una bomba en tus manos, podías haber ganado el debate. —cuestionó Emilio en cuanto la tuvo delante; la rubia no le estaba prestando demasiada atención porque ahora era ella quien no le quitaba la mirada de encima al Dr. Moa que se disponía a retirarse del set. —Patricia. Patricia, te estoy hablando.

—Que sí, Emilio, que te estoy escuchando, joder, pero no quiero hablar de eso ahora. Me voy a casa, ya lo discutiremos más tarde.

…

—Sigo pensando que debiste usar esa información, Patricia, según las primeras impresiones de la prensa, el Dr. Moa es quien ha ganado el debate y tú… bueno, tú no has quedado muy bien parada en las redes. —deslizaba la pantalla de su móvil leyendo sin parar lo que la gente comentaba acerca del debate.

Patricia expulsó el humo de su cigarro y suspiro, se encontraba ya en su casa admirando las luces a la distancia desde su gran terraza.

—Calla ya, Emilio, que pareces una cotorrita repitiendo lo mismo. No lo hice y ya está, fue lo mejor.

—¿Lo mejor para quién? Para el Dr. Moa será, porque para ti, bueno…