' ¿Se han imaginado tener dos vidas? ¿Ser dos personas al mismo tiempo? Apuesto a que si. Pero entre pensar y vivir hay una diferencia muy grande, creo. Imaginemos... Rainelis, una mujer dulce y delicada. Rai, sexy e impotente, ¿Cuál elegirías tú...
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Miami, Florida - Estados Unidos de América. 15:24 PM. Alondra's POV.
Miraba por la pequeña ventana del avión que pasaba entre las nubes, exhibiendo un bello paisaje en aquella tarde. Hacia un tiempo que ir a la casa de mi familia no me daba felicidad. No es que no los amara, al contrario, eran una de las mejores cosas en mi vida. Pero la vida a veces da muchas vueltas y se detiene en el momento equivocado. Desde mi infancia, muchas cosas habían cambiado, mis cimientos y mi refugio seguro ya no eran tan fuertes.
Odiaba sentirme débil o frágil. Sentir que en cualquier momento podría colapsar, que estaba en contra de mi naturaleza. Pero yo estaba así ahora, como cada vez que los había visitado. A diferencia de las otras, ahora alguien me ayudaría a salir de esto.
— Tiene reuniones importantes el lunes.
Escuché la dulce voz de Rainelis a mi lado. Aparté mi atención del paisaje exterior, para mirarla; Se veía hermosa, incluso con una expresión cansada y somnolienta. Sorprendentemente, incluso con mi hábito de ser siempre reservada. No me importaba si hablarían de mí por traer a Rainelis conmigo. Ella era la salida perfecta de aquel lugar, y no solo por eso. La señorita Rosario en los últimos días era mi mejor compañía, tenía una buena conversación y una energía positiva. Tal vez con ella yo era diferente, o al menos lo estaba siendo. Extrañamente, Rainelis hizo que me relajara y me olvidara de cualquier tipo de maldad que me rodeaba.
— ¿Tengo? ¿Con quien?
Ella continuó deslizando los dedos sobre la pantalla del iPad, pasando los compromisos de mi agenda.
— Con algunos interesados de Brasil. Quieren conocer sus servicios.
— ¿Brasil? ¡Wow, eso es genial!
— Si, ¿lo habías pensado? ¿Construir una sucursal brasileña?
— Nunca había pensado en ello, pero es una buena idea. Vamos a trabajar duro para ello, ¿de acuerdo?
— Puede contar conmigo, señora.
¿Ella nunca iba a perder la costumbre de llamarme señora? Mire a la chica con una mirada de reproche.
— ¿Qué paso?
— ¿Señora? — Rodé los ojos.
— Lo siento, Alondra.
Le sonreí, ella hizo lo mismo. Y entonces volvió a mirar el dispositivo en sus manos. No entendía que tenía Rainelis para hacerme sentir tan cómoda con ella. Que sienta la tentación de dejar toda nuestra cuestión profesional para simplemente ser su amiga.
Amiga...
¿Era eso realmente lo que anhelaba con esa mujer? La miré sin que ella se diera cuenta. Mirando sus delicadas y angelicales facciones, Rainelis era una mujer dulce que encantaba hasta el más duro corazón, como el mío. No había duda de que ella sería la mujer perfecta para casarse y tener hijos hermosos. ¿Hijos? Dios mío Alondra, ¿En qué estás pensando?
