Dañado, pero reparado nuevamente

capituló 8

Sanemi se echó un poco de agua en la cara con agua del arroyo. Oh, Dios, había estado tan asustado cuando vio a Giyuu desplomarse así como así en medio de una batalla. Joder, Sanemi debería haberle prestado más atención a Giyuu. Había estado tan absorto en su sed de sangre por los demonios que no se había dado cuenta de que Giyuu no estaba bien. Esto era algo en lo que Sanemi necesitaba trabajar: tenía un cerebro de una sola pista, lo que significaba que le resultaba difícil realizar varias tareas a la vez. Cuando hacía algo, solo podía concentrarse en hacer esa única cosa.

Fue una suerte que Sanemi hubiera aterrizado frente a Giyuu después de decapitar a tres de los demonios cuando Giyuu cayó al suelo. Si no lo hubiera hecho, ni siquiera habría sentido que algo iba terriblemente mal. Porque uno de los demonios ya estaba al alcance de la mano de Giyuu y otro no estaba muy lejos, y si Sanemi no hubiera visto lo que había sucedido, el demonio podría haber aprovechado el momento de debilidad de Giyuu y devorarlo en el acto.

No hace falta decir que Sanemi se impulsó inmediatamente hacia los dos demonios usando la Octava Forma del Aliento del Viento: Tajo Tempestuoso Primario para decapitar y cortar a los demonios. Después de eso, usando un tronco de árbol como palanca, Sanemi se elevó en el aire con una voltereta hacia atrás y asestó el golpe final al demonio restante usando la Novena Forma del Aliento del Viento: Tifón Idaten.

Era un trabajo sencillo para un Hashira.

Entonces, Sanemi se apresuró hacia donde yacía Giyuu. Lo giró sobre su espalda y, después de quitarle la saya del cinturón, tomó la katana de Giyuu y la volvió a envainar en su saya. Posteriormente, Sanemi guardó la katana de Giyuu en su propio cinturón, justo al lado de su propia katana.

Luego, Sanemi cargó el cuerpo de Giyuu sobre su espalda para poder llevarlo a caballito a un área más discreta. Al aire libre, podrían ser atacados por otro demonio extraviado, y aunque Sanemi sabía que podía lidiar con eso solo, no quería correr el riesgo mientras Giyuu estuviera vulnerable.

Esto llevó a Sanemi a la orilla del arroyo que desembocaba en un río que abastecía de agua a la aldea. Salpicarse el agua en la cara lo refrescó, lo que a su vez ayudó a que su corazón acelerado también se calmara.

Sanemi se secó la cara con la manga. Luego se levantó con las manos en las caderas y suspiró.

Parecía que Sanemi había tomado la decisión correcta al solicitar que lo enviaran a una misión con Giyuu por el momento. Sanemi sabía que físicamente, Giyuu se había curado por completo y, después de su período de entrenamiento, Giyuu era más que capaz de derrotar a los demonios. Era obvio que Giyuu aún no estaba bien. Sanemi le había pedido a Oyakata-sama que acompañara a Giyuu en sus primeras misiones porque estaba preocupado por el trauma psicológico que Giyuu podría estar experimentando. Este tipo de trauma podía manifestarse cuando menos lo esperabas, y era evidente que así había sido. Sanemi era muy consciente de que no estaba siendo del todo sincero con Giyuu cuando le dijo a Giyuu en el ala del hospital que podría volver a matar demonios una vez que sus heridas físicas se hubieran curado; Sanemi sabía que Giyuu tendría un trauma psicológico, pero no quería abrumarlo entonces. La violación no era un problema menor: era una agresión sexual contra una persona sin su consentimiento y contra su voluntad. Además, Giyuu también había sido embarazado a la fuerza. Le habían quitado la autoridad y el control sobre su propio cuerpo. Seguramente eso iba a tener consecuencias mentales considerables para él.

Sanemi se acercó al lugar donde había dejado a Giyuu y se sentó en el pasto. Extendió la mano para tocar suavemente el rostro de Giyuu, deleitándose con lo suave que era la piel de su rostro. Sanemi pasó un momento admirando lo hermoso que se veía el omega de cabello negro bajo la luz de la luna.