capítulo 3: Encuentro en el Pantano

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Willow no podía dejar de pensar en el último encuentro con Mortis en la tienda de regalos. Las palabras no le salían y, aunque había sido una simple conversación sobre sombreros, su corazón no dejaba de latir rápidamente cada vez que recordaba su mirada.

"¡Es inútil!" exclamó mientras se dejaba caer en el sofá de su casa en el Pantano. Su mirada se perdió en las burbujas del agua que emergían del pantano cercano, y un suspiro escapó de sus labios.

Angelo, quien había estado revoloteando cerca, aterrizó junto a ella, con una sonrisa traviesa en su rostro de mosquito. "¿Otra vez pensando en Mortis? ¿No te cansas de suspirar como una tonta enamorada?"

Willow le lanzó una mirada de frustración. "No entiendes. No es tan fácil. ¿Qué tal si le digo lo que siento y me rechaza? O peor aún, ¿y si se ríe de mí?"

Angelo sacudió la cabeza. "Willow, no vas a saberlo hasta que lo intentes. Pero si sigues así, alguien más va a ocupar tu lugar."

Willow frunció el ceño, claramente molesta por la idea. La posibilidad de que alguien más se acercara a Mortis la inquietaba, pero el miedo al rechazo seguía pesando más. Angelo, dándose cuenta de que insistir no llevaría a ninguna parte, cambió de táctica. "¿Sabes qué? Vamos a caminar. Te hará bien despejar la mente y respirar un poco del aire húmedo del pantano. Quién sabe, tal vez te inspires o, al menos, dejes de pensar tanto en todo."

Willow asintió con desgano, aceptando la oferta solo para quitarse la presión de encima.

El pantano, con su eterno manto de neblina y el suave croar de las ranas, siempre había sido un lugar de refugio para Willow. Sin embargo, ese día, ni siquiera los sonidos relajantes del agua burbujeante lograban calmar el torbellino de pensamientos que invadía su mente. Se abrazó a sí misma, tratando de encontrar algo de paz.

"¿Has visto a un murciélago por aquí?"

La voz, grave y tranquila, la sobresaltó. Al voltear, su corazón dio un vuelco al ver a Mortis de pie, a unos metros de distancia. Su capa ondeaba ligeramente, y sus ojos brillaban bajo la luz tenue del pantano.

"Ehh..." Willow sintió que la garganta se le secaba. ¿Qué hacía él aquí? ¿Y por qué, de todos los lugares, había decidido aparecer justo cuando ella estaba tratando de olvidar lo que sentía?

"Perdí uno de mis murciélagos. Creo que voló hacia este pantano," explicó Mortis, mientras su mirada recorría el paisaje pantanoso, como si buscara a su compañero alado.

Willow tragó saliva, intentando encontrar su voz. "No, no he visto ningún murciélago..." Logró decir, aunque su tono fue más débil de lo que esperaba.

Mortis asintió lentamente, como si no estuviera del todo convencido, pero sin mostrar mucha preocupación. Dio un par de pasos más hacia el borde del agua, observando el entorno con calma. "Este lugar es más tranquilo de lo que recordaba. No lo visito tan a menudo."

Willow, nerviosa, empezó a juguetear con una de las hojas largas que colgaban de un árbol cercano. Su corazón latía con fuerza, y las palabras parecían atascarse en su garganta. Quería decir algo, cualquier cosa que no la hiciera parecer una completa tonta.

"Sí, eh, es... relajante..." respondió finalmente, aunque su respuesta sonó más como una pregunta que como una afirmación.

Mortis soltó una leve risa, lo suficientemente baja como para que Willow dudara si realmente lo había escuchado o si lo había imaginado. "Relajante, sí. Aunque parece que te pone nerviosa."

Willow se ruborizó de inmediato, sintiendo cómo el calor subía por su rostro. "¡No! No, no estoy nerviosa. Solo... no esperaba encontrarte aquí." Las palabras salieron atropelladas y rápidamente quiso golpearse a sí misma por sonar tan desesperada.

Mortis la observó por un momento, con esa mirada enigmática que siempre la hacía sentir que él sabía más de lo que dejaba ver. "Bueno, supongo que no muchos esperan encontrarme en lugares tan... vivos como este."

Willow sonrió ligeramente, intentando relajarse un poco. "Quizás deberías venir más seguido. No es tan aterrador como parece."

Mortis levantó una ceja, como si considerara la idea por primera vez. "Tal vez lo haga. Claro, si encuentro a mi murciélago primero."

Antes de que la conversación pudiera continuar, un ruido proveniente de los arbustos cercanos los interrumpió. Mortis se tensó ligeramente, siempre en alerta, mientras Willow intentaba averiguar qué había causado el sonido.

Angelo, que había estado escondido entre las ramas, se tropezó y salió del arbusto de manera poco elegante, con una expresión culpable en su rostro. Willow se llevó la mano a la frente, completamente avergonzada.

"¡Eh, Mortis! No sabía que estabas aquí," dijo Angelo, fingiendo sorpresa, aunque su actuación era claramente sospechosa.

Mortis lo miró con una mezcla de confusión y diversión. "¿Tú también buscas murciélagos, Angelo?"

Angelo soltó una risita nerviosa. "Eh, no, no. Solo... vine a disfrutar del pantano. No hay nada como una buena niebla y unos mosquitos para empezar el día, ¿verdad?"

Willow, al borde de la desesperación, intentó desviar la conversación. "¡Angelo! ¿Por qué no te adelantas? Seguro que tienes algo más que hacer..."

Pero Angelo, siendo quien era, no captó la indirecta. "Nah, estoy bien aquí. ¡La compañía es excelente!"

Mortis dejó escapar una leve sonrisa, divertida por la situación. "Bueno, seguiré buscando a mi murciélago. Quizás lo encuentre en otro momento. Pero... volveré pronto. El pantano tiene algo... especial."

Willow lo observó mientras se alejaba, su corazón todavía acelerado. ¿Había una insinuación en sus palabras? ¿Realmente Mortis planeaba regresar? Las dudas y emociones se arremolinaban en su pecho.

Angelo, al ver que la tensión había disminuido, se acercó a Willow con una sonrisa triunfante. "¿Ves? ¡Todo salió perfecto!"

Willow lo fulminó con la mirada. "¿Perfecto? ¡Fue un desastre!"

Angelo solo se encogió de hombros. "Bah, fue un buen primer paso. Deberías agradecerme. Al menos, ahora Mortis sabe que existes fuera de la tienda de regalos."

Willow suspiró, sabiendo que, aunque el encuentro no había salido como esperaba, tal vez Angelo tenía razón. Mortis había mostrado algo de interés, aunque fuera mínimo.

Quizás, solo quizás, las cosas empezaban a cambiar.

cartas... Mortis x WillowDonde viven las historias. Descúbrelo ahora