El Pantano estaba bañado por la luz plateada de la luna llena, que se reflejaba en el agua tranquila, dándole un brillo mágico. Los grillos cantaban una melodía serena mientras las luciérnagas volaban en el aire, creando un ambiente encantador. Willow y Mortis caminaban en silencio, sus pasos apenas audibles sobre la hierba húmeda. Las manos entrelazadas se sentían como un ancla que los mantenía unidos, ambos disfrutando de la compañía del otro.
—¿De verdad no te arrepientes de haber dejado tu hogar por mí? —preguntó Willow con una mezcla de timidez y curiosidad. Aún no podía creer que el Mortis que alguna vez parecía tan inalcanzable ahora estuviera a su lado.
Mortis, que solía ser el más reservado y enigmático, la miró con una ternura que antes jamás había mostrado. Acarició la mejilla de Willow con suavidad, como si temiera que este momento pudiera desvanecerse como un sueño.
—Willow, el pasado ya no me pertenece —dijo con voz calmada—. Todo lo que necesito está aquí, contigo. Este pantano, que alguna vez me parecía tan lúgubre, ahora brilla gracias a ti.
Willow sintió su corazón palpitar con fuerza. Todo lo que habían vivido juntos —las cartas anónimas, los encuentros llenos de malentendidos, los celos y las noches de insomnio pensando en él— la habían llevado a este preciso instante.
Antes de que pudiera responder, Angelo saltó desde los arbustos, lanzando confeti en todas direcciones.
—¡Tomaaa! —gritó con entusiasmo—. ¡Les dije que eran el uno para el otro, ¿no?! ¡Hasta podría apostar que esta vez no me equivoqué!
Mortis lo miró con un poco de irritación, aunque no pudo evitar esbozar una sonrisa. —¿Tenías que interrumpir justo ahora, Angelo?
Emz llegó en ese momento con su teléfono en alto, transmitiendo en vivo para sus miles de seguidores. ¡Ey, chicos y chicas! —anunció con una sonrisa —. ¡El ship Mortis x Willow acaba de hacerse canon oficialmente! ¿Quién lo hubiera pensado? ¡Los #BrawlersEnamorados están en modo on!
Willow no pudo evitar reírse ante la escena, pero su risa se convirtió en una mezcla de sorpresa y emoción cuando Mortis de repente se arrodilló frente a ella. El murmullo de los árboles y el brillo plateado de la luna los envolvieron en un aura casi irreal.
Mortis sacó un pequeño ramo de flores oscuras, cuidadosamente recogidas en su camino hacia aquí, y un anillo que brillaba tenuemente bajo la luz lunar. —Willow... —su voz era apenas un susurro, pero cargada de sinceridad—. Durante todo este tiempo, tú fuiste la luz que iluminó mi vida sombría. No soy perfecto, y sé que nunca seré el príncipe de los cuentos de hadas... pero me encantaría compartir la eternidad contigo, si tú lo deseas.
Los ojos de Willow se llenaron de lágrimas al escuchar esas palabras. Todo el miedo, las dudas y los nervios que había sentido durante meses desaparecieron en un instante. Ella había soñado con este momento, pero nunca imaginó que sería tan perfecto.
—¡Sí, Mortis! —respondió con una risa que brotaba desde el fondo de su corazón—. ¡Claro que sí, mil veces sí!
Willow saltó a los brazos de Mortis, abrazándolo con una fuerza que hizo que él tambaleara por un segundo antes de corresponderle el abrazo. La risa de Mortis, algo que pocas veces se escuchaba, resonó en el aire, mezclándose con los aplausos de Angelo y los silbidos de Emz.
—¡Esto merece una celebración! —gritó Emz mientras continuaba su transmisión en vivo—De repente, de entre los árboles, aparecieron Bibi, Edgar y Colette, quienes habían visto la transmisión de Emz y decidieron unirse a la celebración. Traían consigo globos en forma de corazones y una enorme tarta de chocolate.
—¿Tarta en un pantano? ¿Quién pensó que era buena idea? —murmuró Edgar con su tono sarcástico, aunque una sonrisa se asomaba en sus labios.
—¡Oh, cállate y disfruta del momento! —dijo Colette, empujándole un pedazo de pastel en la boca.
Las luciérnagas, como si entendieran la importancia del momento, se reunieron en torno a la pareja, iluminando el pantano con destellos dorados. Willow, aún abrazada a Mortis, miró a sus amigos y luego a su amado.
—Nunca pensé que el lugar que tanto temía se convertiría en el hogar que siempre quise —susurró Willow.
Mortis la miró con sus ojos ahora llenos de vida. —A veces, el hogar no es un lugar... es una persona. Y tú eres mi hogar, Willow.
Bajo el cielo estrellado, rodeados de amigos y con la luna llena como testigo, Willow y Mortis sellaron su promesa con un beso, uno que no solo unía sus corazones, sino que también sellaba una eternidad de felicidad en el "Pantano del Amor".
Y así, entre risas, confeti y la luz de las luciérnagas, la historia de Mortis y Willow llegó a su fin... o quizás, a un nuevo comienzo.
Fin 💖
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