Charles y Carlos se conocen en un antro y los dos se sienten atraídos, lo que para ambos es una noche de sexo casual, no será así.
Dos líneas pintadas en aquel plástico hará que Carlos y Charles comiencen a frecuentarse, pero hay algo que fue pasado...
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Charles fingía leer la hoja que estaba dentro de la carpeta, en donde indicaba el día y la hora del siguiente juzgado por apelación de la custodia de Oscar; ignorando la presencia del castaño mayor, odiaba no saber defenderse cuando lo atacaba con sus comentarios hirientes.
—Te ves ridículo con ese cárdigan —mencionó el alemán—. Haber si Carlos no te deja pronto porque con lo gordo que estás ni te le has de antojar.
Sebastián revolvió los cabellos de Charles como despedida dejando al pobre monegasco al borde de las lágrimas.
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