En un mundo alternativo, Galadriel, la Dama de Lothlórien, y Thranduil, el Rey de Mirkwood, viven en reinos separados, sin conocerse. Sin embargo, su destino está entrelazado por una serie de eventos que los llevarán a encontrarse y descubrir un amo...
¡Ay! Esta imagen no sigue nuestras pautas de contenido. Para continuar la publicación, intente quitarla o subir otra.
Galadriel se recostó en la cama, cerrando los ojos y dejando que el cansancio la invadiera. Pero justo cuando estaba a punto de relajarse, escuchó un suave golpe en la puerta. —Adelante.— dijo Galadriel, abriendo los ojos.
La puerta se abrió y entró una elfa anciana, con el cabello blanco y la piel arrugada. Su rostro estaba lleno de amor y devoción cuando miró a Galadriel. —Mi reina.— dijo la elfa anciana, acercándose a Galadriel. —He venido a verte. He oído que has regresado a Mirkwood.
Galadriel sonrió, reconociendo a la elfa anciana. Era Celethiel, una de las más antiguas y sabias elfas de Mirkwood. Celethiel había sido una de las primeras en reconocer el poder y la sabiduría de Galadriel, y la había adorado desde entonces.
—Celethiel—, dijo Galadriel, extendiendo la mano. —Es bueno verte. ¿Qué te trae aquí?
Celethiel tomó la mano de Galadriel y la besó. —He venido a verte, mi reina. He oído que te has unido a Thranduil. ¿Es verdad?
Galadriel asintió, su mirada cautelosa. —Sí, Celethiel. Es verdad. Pero no es lo que parece.
Celethiel la miró con curiosidad. —¿Qué quieres decir, mi reina?
Galadriel se inclinó hacia adelante, su voz baja. —Estoy aquí para proteger a los elfos de Mirkwood. Thranduil y Saruman tienen planes oscuros, y debo detenerlos.
Celethiel asintió, su rostro serio. —Entiendo, mi reina. ¿Qué puedo hacer para ayudarte?
Galadriel sonrió, agradecida por la lealtad de Celethiel. —Por ahora, solo necesito que mantengas este secreto. Pero pronto necesitaré tu ayuda para detener a Thranduil y Saruman.
Celethiel asintió, su mirada firme. —Haré lo que sea necesario para protegerte y proteger a los elfos de Mirkwood. —Celethiel se acercó a Galadriel, su mirada llena de preocupación. —Mi reina, ¿Se te ofrece algo? Un té, un vino, o quizás un baño para relajarte después de este largo día?
