Intrusivo

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Maléfica abrió los ojos después de sentir una mano fría que la movía con suavidad. Era Mal, quien ya lucía lista para iniciar el día. A sus espaldas se encontraban James, Cruella, Perséfone y Hécate.

Apenas notó sus miradas, una profunda sensación de náuseas y enojo se apoderó de su cuerpo. No hacía falta leer mentes para saber que su preocupación estaba enfocada más en ella que en el hombre a su lado y eso se sentía casi como si fuera "lástima".

— Mamá — inició, con un tono que intentó sonar tierno— Baja a desayunar con nosotros.

Maléfica ni siquiera tuvo que decir una palabra, bastó con un movimiento que la acurrucó junto a Hades y le permitió tomar su mano para que ellos entendieran su negativa.  La noche anterior ella había planeado quedarse vigilándolo y, aunque el sueño pudo más con ella, su mente se mantuvo alerta haciéndola despertar en más de una ocasión durante la noche.

Para su mala suerte, su desvelo no se había tratado de simples ruidos sin importancia, sino de los constantes quejidos que salían de la garganta de su esposo.

Fue alrededor de las 2:00am que ocurrió por primera vez. Él estaba sudando y presionaba las sábanas con su única mano sana mientras su rostro se transformaba en uno que Maléfica no podía descifrar si era de terror, enojo o dolor. Pero lo que sí pudo reconocer, gracias a la forma en la que intentaba moverse y a su pecho elevándose a una velocidad anormal, era que él estaba teniendo una pesadilla.

Maléfica reconocía los síntomas y las señales, los había visto una infinidad de veces durante su relación de novios y su vida de casados y siempre eran por la misma razón: Cronos.

Normalmente, al despertar él le contaba lo que había albergado sus sueños: Los resplandecientes ojos amarillos, la humedad y la oscuridad de su estómago, sus constantes peleas junto a sus hermanos por el equilibrio del mundo o las palabras de odio y rebajamiento que Cronos le dedicaba cada que lo visitaba en el Tártaro.

Pero en esa ocasión, ella no sabía que quien ocupaba los pensamientos de Hades no era Cronos. Tampoco era Ares y mucho menos Apolo.

Era Zeus.

Zeus repitiendo una y otra vez que quería a su familia a cambio del Inframundo.

Zeus riéndose de su reacción.

Zeus tronando los dedos para que lo atacaran...

Su esposa lo había calmado en cada una de esas ocasiones, sin importar que se repitiera cuatro veces durante la noche o si ella apenas tenía fuerzas para hablar. Siempre lo hacía, tomaba su mano y se acercaba a su oído a repetirle que todo era un sueño y que estaba con ella en Auradon, esperando que después de calmarse él pudiera despertar.

Pero él continuaba dormido.

— Mamá, por favor...

Darling, créeme que él no se irá si dejas de verlo como una loca por media hora. — Dijo Hook, ganándose una mirada de reprobación por parte de Mal

— No creo que esa sea la forma de hablarle — Respondió la Reina desde su lugar.

— Tiene razón, Su Majestad — concordó, antes de cruzar sus brazos y acercarse a un lado de Hades por el lado contrario a su amiga— Tal vez debamos dejar que Maléfica, que no ha querido comer nada desde ayer en la mañana, muera de hambre. O tal vez ella está buscando que cuando Hades despierte la vea parecer una completa bruja ojerosa, despeinada, sin bañarse y sin hablar. Creo que él estaría complacido de saber que su poderosa y orgullosa esposa no es capaz ni de cambiarse el vestido de hace dos días.

Segundas oportunidades (Hades x Maléfica)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora