QUISIERAMOS PARAR EL TIEMPO

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Querido channie ,

Hoy llueve. Llueve de esa forma pesada que parece que nunca va a parar, como si el cielo se hubiera dado por vencido. El día se siente lento, triste, como si el mundo supiera que faltas en él. Salí a caminar, no sé por qué, tal vez porque necesitaba sentir algo que no fuera esta tristeza que a veces me invade. La lluvia me ayuda a desconectarme, pero hoy fue diferente.

Lo vi. No esperaba encontrármelo, pero ahí estaba, empapado, caminando sin rumbo como yo. Tu ex. Ha pasado tanto tiempo, pero cada vez que lo veo, siento esa vibra rara, como si nuestra presencia mutua siempre fuera incómoda, como si compartiéramos una historia que no nos pertenece del todo. No sé si es que siempre me mira con algo de resentimiento, o si solo es el recuerdo de lo que nunca fue. De lo que no pudimos evitar.

Nos saludamos, casi por obligación. No hay odio, pero tampoco calidez. Es extraño, porque en el fondo sé que, como yo, te extraña. Te amó, y sé que eso le pesa ahora, aunque lo intente disimular. Hoy, sin embargo, fue distinto. Quizás fue la lluvia, o quizás simplemente estamos cansados de fingir que no hay algo más grande que nosotros en todo esto: tu ausencia.

Nos quedamos en silencio por un rato, caminando bajo la lluvia, y de repente, empezamos a hablar de ti. Al principio fue torpe, como si fuera un terreno que ninguno de los dos quería pisar, pero luego las palabras salieron solas. Hablamos de cómo eras, de las cosas que te hacían reír, de lo mucho que nos marcaste a ambos. Él te vio de una manera que yo no pude, y yo te conocí en facetas que quizás él nunca entendió, pero en ese momento, bajo la lluvia, nada de eso importaba. Compartimos algo más allá de nuestras diferencias.

Lo curioso es que, mientras hablábamos, me di cuenta de algo: si solo pudiéramos volver a verte, si solo pudiéramos ser amigos, los tres, todo estaría bien. No necesitaría nada más. Es un pensamiento absurdo, lo sé. Pero el deseo de que estuvieras aquí, de que de alguna forma pudieras seguir vivo , es algo que ambos compartimos, aunque ninguno lo haya dicho en voz alta. Nos contentaríamos con verte sonreír, con oírte hablar de cualquier cosa, sin importar si las viejas heridas seguían abiertas o no.

En algún punto de la conversación, mencionó a Wilson. Recordó lo mucho que adorabas a ese gato gordo, cómo lo cargabas aunque él protestara con su peso. Ambos nos reímos un poco, y por un segundo, sentí como si esa risa fuera un homenaje a todo lo que habías sido para nosotros. La lluvia seguía cayendo fuerte, pero en ese momento no importaba. Solo éramos dos personas que te extrañaban, que hubieran dado lo que fuera por tenerte de vuelta, aunque solo fuera como amigos. Lo que sea con tal de hacer realidad el deseo imposible de que sigas aquí.

Finalmente, nos despedimos, sin grandes promesas ni despedidas emotivas. Solo un adiós, breve y simple. La lluvia siguió cayendo, y yo volví a casa con la misma sensación de vacío que me ha acompañado desde que te fuiste. Pero también, con un extraño consuelo. Quizás, en otro mundo, en otra realidad, seguimos caminando juntos, los tres, riéndonos de cosas simples, sin rencores, sin pasados pesados.

Te extraño más de lo que las palabras pueden expresar, pero hoy, bajo la lluvia, me di cuenta de que no soy el único. Y aunque no cambia nada, me reconforta saber que no estoy solo en este dolor.

Hasta siempre,

BBH

CARTAS AL CIELO -  QUE NUNCA LLEGARONDonde viven las historias. Descúbrelo ahora