La fiesta de cumpleaños de mi madre se convirtió en una pesadilla en cuestión de segundos. Un invitado, con quien había estado charlando tranquilamente momentos antes, me convenció con ir dentro de la casa.
Me sentí una estúpida, mi pobre intento por querer poner celoso a Leon termino en un completo desastre. El tipo se volvió agresivo y me acorraló en una habitación vacía. El miedo me paralizó, y sus palabras lascivas me llenaron de terror. Grité con todas mis fuerzas, esperando que alguien me escuchara.
Y entonces, como de costumbre, apareció Leon. Su rostro estaba endurecido por la ira, y sus ojos brillaban con una intensidad que nunca antes había visto. Se abalanzó sobre mi agresor, lo derribó con un solo golpe y se interpuso entre nosotros, protegiéndome con su cuerpo.
Me sentí segura en sus brazos, su fuerza y determinación eran un bálsamo para mi miedo. Sus palabras, susurradas en mi oído, me calmaron: "Tranquila, Ashley. Ya pasó, estás a salvo".
Me aferré a él, sollozando en su hombro. Su cercanía, su calor, su olor... todo en él me transmitía una sensación de paz y seguridad que no había sentido en días. Y joder, como lo extrañaba... En ese momento, todo lo demás desapareció. Solo éramos él y yo.
Cuando me apartó un poco para mirarme a los ojos, sentí que mi corazón se detenía. Su mirada era intensa, llena de preocupación y... ¿cariño? ¿Era posible que él también sintiera algo por mí?
"Siempre te protegeré, Ashley", dijo, con una sinceridad que me hizo temblar. "Siempre".
Sus palabras resonaron en mi mente, llenándome de una esperanza que no me atrevía a admitir. ¿Podría ser que Leon, mi Leon, sintiera algo más que simple deber hacia mí?
Pero la burbuja de felicidad se rompió cuando mi madre irrumpió en la habitación, su rostro lleno de angustia. Leon se apartó de mí de inmediato, retomando su postura profesional.
—La señorita Graham está bien, señora —dijo, con voz firme—. El incidente ha sido controlado.
Mi madre me abrazó con fuerza, murmurando palabras de consuelo. Yo me aferré a ella, sintiendo una mezcla de alivio y tristeza. El momento con este tipo había terminado, pero el momento con Leon también.
Leon se despidió con una inclinación de cabeza y salió de la habitación. Lo vi alejarse, su espalda recta y su paso decidido. Y aunque me sentía agradecida por haberme salvado, también sentía un vacío en el pecho. ¿Por qué siempre mantenía esa distancia? ¿Por qué no podía dejar que las cosas fluyan?
Esa noche, me costó conciliar el sueño. La imagen de Leon, protegiéndome con su cuerpo, se repetía en mi mente una y otra vez. Sus palabras, su mirada, su abrazo... ¿eran solo parte de su deber, o había algo más detrás de ellos?
No lo sabía. Pero una cosa era segura: Leon había despertado en mí un torbellino de emociones que no podía ignorar.
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La mañana siguiente amaneció tranquila. Mis padres habían partido temprano en un viaje relámpago para celebrar el cumpleaños de mamá, dejándome sola en la inmensa Casa Blanca. Una sensación extraña me invadió. Por un lado, disfrutaba de la libertad y la privacidad que implicaba tener la casa para mí sola. Por otro lado, me sentía un poco nerviosa, sabiendo que Leon estaba ahi.
Bajé a desayunar en la cocina y puede ver a Leon en el comedor, revisando unos informes. Por lo que decidí acercarme a desayunar con él.
Al verme, levantó la vista y me sonrió.
—Buenos días, Ashley —dijo, con su voz profunda y tranquilizadora.
—Buenos días, Leon —respondí, intentando mantener la calma, aunque mi corazón latía con fuerza.
El recuerdo de la noche anterior, de su abrazo protector y sus palabras sinceras, aún estaba fresco en mi mente. ¿Había cambiado algo entre nosotros? ¿Se permitiría bajar la guardia, aunque fuera un poco?
Nos quedamos en silencio. Yo jugueteaba con mi tostada, nerviosa, sin saber cómo romper el hielo. Leon, por su parte, parecía concentrado en sus cosas, su expresión seria e inescrutable.
Finalmente, decidí hablar.
—Leon, sobre lo de anoche... —comencé, pero él me interrumpió.
—Ashley, no tienes que decir nada —dijo, sin mirarme a los ojos—. Hice lo que tenía que hacer.
—Pero... —intenté protestar, pero él levantó una mano, deteniéndome.
—Es mi trabajo protegerte —dijo, con firmeza—. Y lo haré, sin importar las circunstancias.
Sus palabras, aunque reconfortantes, también me dolieron. ¿Era solo eso para él? ¿Un trabajo? ¿No significaba nada para él lo que había pasado entre nosotros? ¿Entonces porque me abrazo? La frustración comenzó a crecer en mi interior.
—Leon, por favor, mírame —dije, con la voz temblorosa.
Él levantó la vista, sus ojos encontrándose con los míos.
—Sé que es tu trabajo protegerme —continué—, pero también sé que sientes algo más por mí. Lo vi en tus ojos anoche, lo sentí en tu abrazo. No puedes negarlo.
Leon apartó la mirada, su mandíbula se tensó.
—Ashley, no compliquemos las cosas —dijo, con voz ronca—. No es profesional.
—No me importa lo que sea profesional —dije, mi voz elevándose ligeramente—. Me importa lo que sientes, lo que sentimos. ¿Por qué te empeñas en mantener esta distancia? ¿Por qué no puedes simplemente ser honesto conmigo?
Él suspiró y se pasó una mano por el pelo. La tensión en la habitación era palpable.
—Ashley. —dijo, finalmente—. Si, está bien, siento...cosas por ti. no puedo... no debo...
—¿No debes qué, Leon? —pregunté, acercándome a él—. ¿No debes tener sentimientos? ¿No debes pensar en otra cosa que no sea tu trabajo? ¿Aunque sea un segundo?
Él abrió los ojos y me miró, y por un momento, vi una lucha interna en su mirada. La confusión era notable en sus ojos, y antes de que pudiera decir algo más, Leon se inclinó hacia mí y me besó. ¿Como? ¿Acaso estoy soñando?
Sus labios eran suaves y firmes al mismo tiempo, y el beso me tomó por sorpresa, dejándome sin aliento. Cerré los ojos y me dejé llevar por la sensación, por la calidez de su cuerpo cerca del mío.
Cuando finalmente se separó, me miró a los ojos, su respiración agitada.
—Yo...lo siento —dijo, con voz ronca—. No debí hacer eso.
Me quedé mirándolo, sin palabras, mi mente en blanco. ¿Qué acababa de pasar? ¿Leon me había besado? ¿Realmente sentía algo por mí?
Antes de que pudiera decir algo, él se levantó de la silla y se alejó de mí.
—Será mejor que me vaya —dijo, sin mirarme—. Tengo trabajo que hacer.
Y sin más, salió del comedor, dejándome sola con mi confusión y mi corazón latiendo a mil por hora.
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Un Nuevo Comienzo - Leon x Ashley (RE4)
RomanceLa historia después de los acontecimientos de Resident Evil 4