El Amanecer Después de la Pesadilla

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El rugido del motor de la moto acuática era una sinfonía de libertad en mis oídos. El viento me azotaba la cara, despeinándome y refrescándome a la vez. Me aferraba a Leon con todas mis fuerzas, no solo por el miedo a caerme, sino porque... bueno, porque quería estar cerca de él. ¿Quién no querría, después de todo lo que habíamos pasado juntos?

La isla se hacía cada vez más pequeña en el horizonte, como una pesadilla que se desvanecía. Había sido un día de horror, de incertidumbre, de luchar por mi vida a cada segundo. Pero Leon... Leon había estado ahí. Siempre un paso adelante, siempre protegiéndome, siempre con esa sonrisa tranquila que me decía que todo iba a salir bien, aunque yo estuviera a punto de hacerme pis del miedo.

Y ahora, aquí estábamos, escapando en una moto acuática como si fuéramos James Bond o algo así. Y no podía evitar mirarlo de reojo. Su mandíbula apretada, su concentración absoluta, incluso las gotas de agua brillando en su pelo... Vale, Ashley, cálmate, me dije a mí misma. Es tu salvador, no tu príncipe azul. Pero, ¿y si...?

El sol comenzaba a ponerse cuando llegamos a un pequeño pueblo costero. Las casas blancas con techos de tejas rojas se apiñaban junto al mar, y el olor a sal y pescado llenaba el aire. Hunnigan, la compañera de Leon por radio, nos había encontrado un hotel para pasar la noche.

Atracamos en un pequeño muelle y Leon me ayudó a bajar de la moto acuática. Sus manos se posaron en mi cintura por un instante, y sentí un escalofrío recorrer mi cuerpo.

—Gracias —murmuré, sin mirarlo a los ojos.

—De nada —respondió él con su habitual tono profesional. Pero noté una ligera sonrisa en sus labios.

Caminamos hacia el hotel, un edificio antiguo pero encantador con una terraza que daba al mar. Hunnigan nos había reservado una habitación, y Leon se encargó de hacer el check-in mientras yo esperaba en el vestíbulo, observando el ir y venir de los pocos huéspedes.

Finalmente, Leon regresó con la llave de la habitación.

—Lista? —preguntó, extendiéndome la mano.

La tomé, sintiendo una descarga eléctrica al contacto con su piel. Subimos las escaleras en silencio, hasta llegar a nuestra habitación en el segundo piso. Leon abrió la puerta y entramos.

La habitación era pequeña pero acogedora, con una cama doble, un escritorio, y un pequeño balcón con vistas al mar.

—Puedes ducharte primero si quieres —dijo Leon, señalando el baño—. Yo puedo esperar aquí.

—No, ve tú primero —insistí—. Estoy bien.

—Vamos, Ashley, has pasado por mucho. Te vendrá bien un baño caliente.

—Pero...

—Insisto —dijo, con una sonrisa que me derritió por dentro—. Además, necesito hacer unas llamadas y ver si nos pueden conseguir algo de ropa limpia.

Asentí, un poco avergonzada por mi aspecto desaliñado.

—Está bien, gracias.

Entré en el baño y cerré la puerta. Me apoyé en ella por un momento, intentando calmar mi corazón acelerado. ¿Qué me está pasando? me pregunté. Nunca me había sentido así por nadie.

Me quité la ropa mojada y me di una ducha caliente. Larga, larguísima. Quería quitarme de encima toda la mugre, el miedo, la sensación de que en cualquier momento un tentáculo iba a salir de la pared y arrastrarme de vuelta a esa isla.

El agua caliente me relajó los músculos y me ayudó a despejar la mente. Me lavé el pelo dos veces, disfrutando de la sensación del agua corriendo por mi cuerpo. Cuando abrí la puerta, envuelta en una toalla, encontré un conjunto de ropa limpia en suelo: unos vaqueros y una camiseta suave. Sonreí. Leon era tan considerado...

Salí del baño ya vestida y me dirigí a la cama a recostarme un rato.

Mientras descansaba, escuché el agua correr en el baño. Leon ya se estaba duchando. Intenté no pensar en él desnudo, pero la imagen se me colaba en la mente una y otra vez. Ashley, para! Pareces una pervertida!

Salí al balcón a respirar aire fresco. El mar estaba tranquilo, y una brisa fresca acariciaba mi cara. Tomé el teléfono del hotel y llamé al servicio de habitaciones.

—Hola, me gustaría pedir comida para dos —dije—. ¿Qué ofrecen?

Después de unos minutos, colgué el teléfono, satisfecha con mi elección. Pizza, algo sencillo pero delicioso.

Leon salió del baño, secándose el pelo con una toalla. Llevaba unos vaqueros y una camiseta sencilla, pero incluso así se veía increíble.

—Huele bien —comentó, oliendo el aire—. ¿Pediste comida?

—Sí, pizza —respondí, sonriendo—. Espero que te guste.

—Me encanta —dijo él, devolviéndome la sonrisa—. Gracias, Ashley.

Nos sentamos en el balcón a esperar la comida. El mar estaba tranquilo, y una brisa fresca acariciaba nuestras caras.

—Gracias, Leon —dije, de repente—. Por salvarme.

Él se encogió de hombros.

—Era mi trabajo.

—No, era más que eso —insistí—. Arriesgaste tu vida por mí.

—Cualquiera lo habría hecho —dijo él, pero no me miraba a los ojos.

—No, no lo habrían hecho —dije, y mi voz sonó más firme de lo que pretendía—. Tú eres especial, Leon.

Él se quedó callado por un momento. Luego, se volvió hacia mí y me miró a los ojos. Su mirada era intensa, profunda, y me hizo sentir un cosquilleo en el estómago.

—Simplemente me alegro que estes a salvo —dijo en voz baja.

No supe cómo responder, no había dicho nada raro, pero para mí se sintió como una declaración de amor. ¿Estas siendo más exagerada que de costumbre, no crees?

La comida llegó y comimos en silencio, disfrutando de la vista y del silencio, algo que no nos sobro en esa condenada isla.

—Oye, ¿y cómo vamos a dormir? —pregunté, señalando la única cama doble de la habitación.

Él se atragantó con un trozo de pizza.

—Eh... Buena pregunta. Supongo que... podemos compartirla. No creo que haya otra habitación libre.

Compartir la cama con Leon. Mi corazón empezó a latir como loco. Vale, Ashley, oficialmente estás perdiendo la cabeza.

—Claro, no hay problema —dije, intentando sonar casual.

Pero por dentro, estaba en un estado de nerviosismo total. ¿Y si roncaba? ¿Y si hablaba en sueños? ¿Y si...?. NO, cálmate Ashley.

Esa noche me costó conciliar el sueño, a pesar de que él estaba en la otra punta de la cama y me daba la espalda, mi corazón no podía evitar latir como loco. Por dios Leon... ¿Qué me has hecho? 

Un Nuevo Comienzo - Leon x Ashley (RE4)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora