Un hombre con el corazón roto

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Los días que siguieron a nuestra conversación en la oficina fueron una agonía silenciosa. La tensión entre Ashley y yo era palpable, como un hilo invisible que nos unía y nos separaba al mismo tiempo. 

Ella se esforzaba por evitarme, cada vez que estaba con sus padres y yo aparecía en el cuarto, les inventaba alguna excusa y desaparecía. Su sonrisa, antes tan radiante, se había apagado, y sus ojos, antes llenos de vida, ahora reflejaban una tristeza que me partía el corazón. Jódete Leon, todo esto es tu culpa.

Yo, por mi parte, mantenía la distancia, cumpliendo con mi deber de manera impecable, pero sintiendo un vacío cada vez más grande en mi interior. La veía de lejos, observando cómo su alegría se desvanecía, cómo la sombra de la melancolía se cernía sobre ella. Y me dolía, me dolía como nunca antes había sentido dolor.

Sabía que era mi culpa. Mi beso impulsivo, mi cobarde huida, mis palabras confusas... todo había contribuido a crear este abismo entre nosotros. Y aunque mi corazón gritaba que corriera hacia ella, que la tomara en mis brazos y le dijera que quería estar con ella, mi mente me recordaba una y otra vez mi deber, mi responsabilidad, las consecuencias de cruzar esa línea.

Los días se convirtieron en semanas, y la distancia entre nosotros se hacía cada vez más profunda. Ashley se refugiaba en sus estudios, en sus amigos, en cualquier cosa que la mantuviera alejada de mí. Y yo, atrapado en mi propia jaula de oro, me limitaba a observarla desde lejos, sintiendo cómo mi corazón se rompía un poco más cada día.

El resto de los guardias de la casa empezaron a notar que mi actitud era distinta. Estaba más serio y cortante que nunca. Me la pasaba el día encerrado en mi oficina o patrullando los jardines como un alma en pena. Y si, definitivamente das pena.

Una tarde, mientras repasaba los informes de seguridad, mi teléfono sonó. Era Hunnigan.

—Leon, ¿cómo va todo por allá? —preguntó, con su tono habitualmente despreocupado. Pero detecté una nota de preocupación en su voz.

—Todo en orden, Hunnigan —respondí, intentando sonar lo más normal posible.

— ¿Seguro? —insistió ella—. Porque tus compañeros me comentaron no pareces estar en tu mejor momento, que digamos.

Suspiré, sabiendo que no podía ocultarle la verdad por mucho tiempo.

—Es complicado, Hunnigan —admití—. La situación con Ashley... es delicada.

—Lo imaginaba —dijo ella, con un suspiro—. Leon, sé que es difícil, pero tienes que encontrar una manera de resolver esto. No puedes seguir así.

—Lo sé —dije, sintiendo un nudo en la garganta—. Pero no sé qué hacer.

—Solo sé honesto con ella, Leon —aconsejó Hunnigan—. Pero también contigo. ¿Que vale más para ti? ¿Tu responsabilidad? o lo que sientes por ella?

Terminamos la llamada y me quedé mirando la pared, reflexionando sobre las palabras de Hunnigan. ¿Ser honesto conmigo? Como si fuera tan fácil...

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Las semanas se sucedían, y la situación con Ashley no mejoraba. Al contrario, parecía empeorar cada día. Se había vuelto aún más distante, retraída, y pasaba la mayor parte del tiempo encerrada en su habitación.

Los fines de semana, salía de fiesta con sus amigas y regresaba a altas horas de la noche, claramente borracha. Me dolía verla así, sabiendo que yo era la causa de su sufrimiento. Pero no podía hacer nada, no podía acercarme a ella sin romper las reglas que me había impuesto.

Un Nuevo Comienzo - Leon x Ashley (RE4)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora