SOPHIE.
La clase de biología se desvanece lentamente de mi mente mientras miro por la ventana. Las gotas de lluvia resbalan suavemente por el cristal, pero mis ojos se pierden en lo que hay más allá. El bosque, oscuro y misterioso, se alza en el horizonte, cubierto por una neblina casi imperceptible. Algo en él parece llamarme, atrayéndome sin razón aparente.
Sin darme cuenta, me encuentro soñando despierta. El aula, la voz monótona del profesor y los murmullos de mis compañeros, todo desaparece.
Allí está ella.
Una figura aparece en el borde de la ventana, apenas visible al principio. Es una chica pálida, con el cabello oscuro cayendo en mechones desordenados alrededor de su rostro. Mientras camina hacia mí, puedo ver vendajes desgastados cubriendo su piel. Algo extraño sucede con esos vendajes; parecen desvanecerse lentamente, como si no pudieran permanecer en su lugar.
Con cada paso que da, mi corazón se acelera más. Todo mi cuerpo se tensa, y siento la urgente necesidad de pedir ayuda, de gritar, pero las palabras se quedan atrapadas en mi garganta. Quiero correr, escapar, pero estoy paralizada. No sé por qué, pero ella me provoca un miedo indescriptible, uno que surge de lo más profundo de mi ser.
Cuando la chica está a punto de alcanzar la ventana, sus ojos, vacíos y oscuros como pozos sin fondo, se encuentran con los míos. Un escalofrío recorre mi columna vertebral. Su boca se abre lentamente, y aunque no escucho ningún sonido, sé que está tratando de decir algo.
De repente, una mano cálida toca mi hombro, sacándome bruscamente de mi ensueño. Me sobresalto y miro a mi alrededor. Es el profesor, preocupado por mi reacción.
—¿Estás bien, Sophie? —pregunta con tono grave.
Asiento delicadamente. Siento las miradas de mis compañeros, cargadas de repugnancia y desprecio. Aún no entiendo cómo las personas pueden cambiar tanto de un día para otro.
—No sabía que a la "puta" de Axel le gustaba llamar la atención —se burla Allison, con una sonrisa maliciosa.
La clase estalla en risas, y cuando miro a Axel, él solo aparta la mirada, su expresión sombría, como si una sombra lo envolviera.
Allison muestra un vídeo mal grabado. Soy yo, besando a Axel. Las risas llenan el aula, un eco de burlas y comentarios sarcásticos flota en el aire. Siento cómo el color abandona mi rostro, consumida por la vergüenza. ¿Por qué alguien haría algo así?
—¿Es un montaje o algo? —pregunta alguien entre las risas.
—No sé, pero parece demasiado real —responde otro, haciendo un gesto de desagrado.
Miro nuevamente a Axel, pero él sigue distraído con su móvil, como si no le importara en lo más mínimo.
—Y cuéntanos, Sophie Brook... ¿La tiene grande? —dice Allison, llena de intriga, haciendo que todos estallen en carcajadas mientras ella sonríe con malicia.
Me levanto bruscamente de la mesa, ignorando las reprimendas del profesor y los murmullos burlones de mis compañeros. Camino rápidamente por el pasillo, acelerando mis pasos hasta llegar al baño.
Cierro la puerta y suspiro varias veces, caminando de un lado a otro en el pequeño espacio. De repente, la puerta se abre de golpe.
Unos brazos cálidos me envuelven, y siento su aliento suave junto a mi oído.
—Por favor, Sophie, tienes que ignorarlos.
—¿Por qué no les dices nada, Axel? —mis lágrimas comienzan a caer lentamente por mis mejillas, y me maldigo por ser tan débil.
—No se merecen escuchar ni una palabra si se trata sobre nosotros —responde, sacando un paquete de cigarrillos mientras se apoya en la pared y enciende uno.
Miro hacia la gran ventana al lado de nosotros, intentando no ponerme nerviosa con su presencia. Pero Axel me agarra del brazo y me pone frente a él.
Da una calada y expulsa el humo en mi dirección. Cuando el humo se disipa, seca mis lágrimas con su pulgar y el cigarro aún colgando de su boca. Con voz suave, dice:
—Yo te amo, lo sabes...
Le quito el cigarro de la boca y lo beso suavemente. Él responde con caricias en mi cuello, tratando de calmarme, pero en lugar de tranquilizarme, solo logra que mi corazón se acelere aún más. De repente, Axel me separa con delicadeza, sus ojos clavándose en la ventana con una expresión de cautela. Afuera, el sonido de sirenas rompe el silencio, y unos coches de policía pasan lentamente frente al instituto.
Axel me toma de la mano con firmeza, pero antes de que podamos movernos, me da otro beso corto, uno que me deja con una mezcla de confusión y deseo. Sin decir una palabra, nos dirigimos a una cabina al fondo del baño, donde nos escondemos apresuradamente. En un movimiento rápido, me quita el cigarro de los dedos y lo apaga contra la pared con un gesto decidido. Ambos permanecemos en silencio, escuchando los pasos en los pasillos y el eco lejano de las sirenas.
Logramos captar algo de la conversación que están teniendo los de la clase de enfrente. Unos policías hablan sobre la desaparición de Ivy, mencionando que ya han pasado 42 horas desde entonces.
Axel y yo nos miramos.
—Hay que inventar un plan, Soph —dice, en un susurro.
Lo miro, confundida, y luego le respondo.
—¿Por qué no simplemente volvemos a clase, hablamos con los policías y les decimos la verdad? Sabemos lo que pasó.
Axel ríe suavemente y me acaricia las mejillas con una calma que me desconcierta.
—Si volvemos a clase, lo primero que harán será burlarse de que fui tras de ti cuando huiste. Imagínate lo que podrían inventar —dice con una sonrisa torcida—. Y luego, ¿de verdad crees que alguien nos va a creer? Vimos cómo desaparecía sin dejar rastro, como si se hubiera esfumado en el aire, como el humo. Y lo más importante... no, Soph. No sabemos lo que pasó. Nosotros caminábamos juntos por el pueblo ese día, hablamos con mi abuela y después fuimos a ver una película a mi casa. Terminamos durmiendo allí. Ese es nuestro plan, ¿Está claro, preciosa?
Asiento levemente, y la tensión comienza a desvanecerse cuando escuchamos arrancar el coche de los policías, alejándose. La mirada de Axel se suaviza, y él entierra su cabeza en mi hombro, besando suavemente mi cuello.
—Axel, estás muy cariñoso... Creo que deberíamos volver a clase. Tenemos que estudiar y...
No me deja terminar la frase. Sus labios se posan en los míos mientras sus manos acarician cada parte de mi cuerpo. Cada suspiro que damos parece ser un "te quiero" que repite una y otra vez.
De repente, la puerta de la cabina se abre de golpe. Dos policías armados nos apuntan directamente a la cabeza.
Nuestro beso termina abruptamente en una mordida de labios, y el mío comienza a sangrar. Axel lo limpia con su pulgar y se disculpa. Ambos levantamos las manos en señal de rendición.
Uno de los policías agarra su walkie talkie y dice:
—Tenemos a los posibles delincuentes. Corto y cambio.
Mierda. Me tiemblan las manos, y me cuesta respirar.
"¿Voy a ir a la cárcel por algo que no hice?"
Axel me mira y me guiña un ojo, esbozando una sonrisa divertida.
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EL ÚLTIMO EN SALIR.
Mystery / ThrillerEn un pequeño pueblo rodeado de árboles, Sophie, una chica reservada y solitaria, llega para empezar de nuevo. Pronto se entera de las historias terroríficas del lugar. Un grupo de adolescentes, movidos por lástima, la invita a unirse a ellos. Decid...