⁠*⁠.⁠✧ Capítulo 8。⁠*゚⁠+

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Orm toma aire mientras caminaba hasta la sala, con una alegre Ranlada detrás de ella, y Lingling, quien sonrie tranquila como si aquella situación fuera de lo más normal.

Orm mentiría su dijiera que no estaba completamente de los nervios por su presencia. Pero fingir que todo iba bien era una de sus muchas cualidades.

- Lingling, hola.- Ying saluda desde el sofá, acompañada de las demás niñas que se encuentran a su lado.

- ¡Entrenadora Ling! - Piyawat exclama con alegría, sus ojos brillando con ilusión al verla.

- Hola pequeño Piyawat.- La mayor sonríe con cariño.

Es entonces que Ranlada corre hasta el sofá, subiéndose encima de Ying para seguidamente abrazarla con fuerza.

- ¿Has visto Ying? La entrenadora eha venido a mi cumpleaños.- Anuncia con emoción y orgullo, haciendo que Lingling sienta cierto calor en su pecho. Es cuando menos, una sensación reconfortante.

- Si, amor.- le sonríe acariciando su mejilla.

Orm mira la escena con una sonrisa, mientras Ranlada pone la película de "La bella durmiente" en el televisor. Intenta apartar los pensamientos negativos, aquellos que les piden a gritos que se esconda porque en cualquier momento Lingling podría confrontarla por lo sucedido la última vez que se vieron.

- Iré a preparar un poco de té - Avisa Orm, finalmente rindiendose. Y Ying asiente sin apartar la mirada del televisor

Supone que la cocina era un buen escondite. Así que entra en su gran cocina y mientras busca la tetera en los armarios, piensa en que excusa poner para quedarse allí hasta que Lingling se vaya.

- ¿Te importa si te hago compañía? - La voz de Lingling se hace presente en la cocina, sobresaltado a Orm que casi tira la tetera al suelo.

Quizás no. Quizás necesitaba un mejor escondite.

- No - carraspea, unhengando aparentar lo más normal posible -. Adelante.

Lingling entra a la cocina, cerrando la puerta detrás de ella, haciendo que el cuerpo entero de Orm se tense. En un intento de distraerse de su presencia, pone el agua a hervir.

- Espero que no haya sido una sorpresa que haya aparecido - Lingling dice, rompiendo el silencio. Mientras Orm se propone a no mirarla.- Ranlada me dijo que estabas de acuerdo con que viniera cuando me dió la invitación.

Orm se muerde el labio, y no entiende en qué momento Ranlada se volvió tan descarada. Sabía que su pequeña solo quería ayudar, pero no puede evitar sentir molestia. No quería acercarse a Lingling por qué sabía que no podría controlar a su desesperado corazón.

Y no podia permitirse tenerlo roto, no lo soportaría.

- No te preocupes.- Evita el tema, fingiendo una sonrisa.

Se quedan en silencio una vez más, y Orm dirige su mirada al suelo porque no se atreve a mirar a la pelinegra a los ojos. Pero Lingling la mira, con aquella mirada que decía más que las palabras.

Orm se veía tan extrañamente bien en aquel cárdigan, con su cabello recogido en un pequeño moño y unos pantalones deportivos grises llenos de manchas de harina.

Era tan hogareña, Lingling yan solo quería abrazarla y enterrar su nariz en su cuello. Quería ayudarla a hacer el té y verla ponerse así de nerviosa con tan solo su presencia.

- ¿He hecho algo mal, Orm? - Dice finalmente, volviendo a realidad.

- ¿Que? - Frunce el ceño mientras levanta su mirada - Claro que no.

¡𝙴𝚗𝚝𝚛𝚎𝚗𝚊𝚍𝚘𝚛𝚊 𝙻𝚒𝚗𝚐! ⊰⁠⊹ฺ ෆ [LingOrm]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora