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Para Connor, los días tranquilos eran siempre una mezcla de relajación y nerviosismo.
Después de semanas intensas luchando contra los villanos que acechaban la ciudad, finalmente había llegado un período de paz.
Sin embargo, ese tipo de calma siempre le parecía extraña, como si estuviera esperando que algo inesperado rompiera la quietud. Y, efectivamente, eso fue lo que sucedió cuando vio a Ninja Nocturno, aparecer de la nada sentado en el marco de su ventana de su habitación.
Connor, quien se encontraba sentado en su cama, levantó una ceja al ver al sigiloso rival acercándose.
—¿Qué haces aquí? —preguntó, su tono mostrando una mezcla de desconfianza y curiosidad.
Él, como siempre, lucía confiado, con una sonrisa de satisfacción que Connor reconocía al instante. Esa expresión solo significaba una cosa: el ninja oscuro tenía algo bajo la manga.
—¿Por qué siempre asumes que estoy tramando algo? —respondió Nick, deteniéndose justo frente al moreno—. Tal vez simplemente quiera charlar.—
Connor lo miró fijamente, sin comprar ni por un segundo su tono relajado.
—Por favor, tú no vienes aquí para charlar, ¡Eres Ninja Nocturno! Dime, ¿qué tienes en mente esta vez?—
El mencionado cruzó los brazos, esbozando una sonrisa traviesa. —Muy bien, tienes razón. Vine a proponerte un reto. Y sé que lo rechazarás.—
Connor se tensó, su instinto competitivo activándose al instante.
No podía evitarlo; cada vez que el villano lanzaba uno de sus desafíos, se sentía obligado a aceptarlo. Era parte de su naturaleza, y aquel lo sabía demasiado bien.
—Dilo de una vez —contestó Connor, con los brazos cruzados—. ¿Qué tienes en mente?—
Ninja Nocturno inclinó la cabeza ligeramente, disfrutando del momento de expectación.
—Hay una convención de anime este fin de semana. Te reto a ir conmigo… haciendo cosplay.—
Connor parpadeó, sorprendido por lo absurdo del desafío. Esperaba algo más, como una carrera o una pelea amistosa.
Pero… ¿cosplay? Esa no era la clase de competencia que imaginaba.
—¿Cosplay? —repitió, incrédulo—. ¿De verdad?
El enmascarado alzó una ceja, sin perder su confianza habitual.
—¿Acaso no te atreves, Catboy? —dijo, usando su nombre de héroe con un toque burlón—. Creí que no te echabas atrás ante un reto. Además Daysi ya no puede acompañarme.— Lo último lo dijo en un susurro tan bajo que casi no se podía oír a sí mismo.
Aquello fue suficiente para que Connor se irguiera, sintiendo cómo la sangre le hervía ante la provocación. No podía permitir que aquel pensara que le tenía miedo a un reto, por extraño que fuera.
