Juanjo sentía la cara caliente y el pulso errático de su corazón. Casi ni oía las risas de sus compañeros, solo un pitido constante en sus oídos. Las manos de Martin se posaron en sus hombros, trayéndolo de vuelta a tierra y ayudándole a ubicarse. Con las yemas de los dedos le acarició el cuello por encima del borde de la camiseta.
- No pasa nada. - susurró el vasco inclinándose para hablar en su oído.
- Soy tonto.
- No pasa nada te he dicho. Son imbéciles, déjales reírse dos minutos y nos vamos.
- Ni de broma. Me voy yo. Ya la he liado suficiente. - dijo el mayor haciendo ademán de ponerse en pie.
Martin empujó con fuerza para que no se levantara.
- No.
- Martin.
- Juanjo y yo somos novios. No tenemos por qué daros ninguna explicación, pero os pedimos que no comentéis nada. - dijo el menor alzando la voz para acallar los cuchicheos.
- Martin... - Violeta intentó hablar abriendo mucho los ojos.
- Sabemos que se supone que está prohibido y todas esas mierdas, pero no lo hemos podido evitar. Ninguno de aquí se salva, no me miréis así. - añadió el vasco recorriendo los rostros un poco avergonzados de sus compañeros.
- ¿Y lo de besar a Chiara y Ruslana ha sido por joder? - preguntó Alex riendo, dándole una palmada en la espalda a Martin.
- Calla porfavor, no me lo recuerdes. - dijo Rus aguantándose la risa y fingiendo arcadas.
- Juanjo, eres muy mono, muy alto y todo eso, pero a mí no me gustan los chicos. - añadió Kiki.
Todos rieron aún más fuerte mientras Juanjo se hacía pequeñito abrazado a la pierna de Martin.
- Mi amor...
- Vamos a dormir. - suplicó el maño levantado la mirada para posarla en sus ojos verdosos.
- Claro. - susurró dejándole espacio para que pudiera ponerse en pie. - Nos vamos a la cama. - añadió en voz alta para todos.
- A dormir seguro que no. - apostilló alguno de sus compañeros.
Juanjo prefirió no hacer caso y agachar la cabeza mientras se separaba del grupo con Martin siguiéndole a menos de un metro.
- Amor. - Martin tiró de su mano y lo hizo detener su paso apresurado.
- Soy imbécil. Una cosa es hacer que Jaime se calle y otra es mantener a, ni lo sé, ¿quince? ¿dieciséis? monitores estúpidos en silencio. Alguien va a chivarse. - la voz del mayor se iba acelerando y rompiendo a medida que avanzaba su monólogo.
- Juanjo, tranquilízate. - dijo el vasco con voz pausada, apoyando las manos en su cuello y acariciando detrás de sus orejas.
- No, es qué no me entiendo. Si yo siempre tengo cuidado... - el maño cerró los ojos.
- Todos se lo pensaban ya, Juanjo, por favor, no te agobies cariño.
- Pero no hacía falta que lo confirmara directamente comiéndote la boca en su cara.
- Amor, ha sido un pico de mierda, y has intentado arreglarlo. - añadió Martin con una sonrisa que se escapaba de los labios.
- No he arreglado nada, sólo he quedado como un pringado. Y se me han manchado los labios del gloss de Ruslana. - se quejó el mayor con voz de niño.
- A mí me ha hecho gracia. - susurró el pequeño acunando las mejillas rojizas del contrario. - Y te queda genial el gloss.
- Pero eso no vale, tú siempre te ríes de mis chistes aunque no hagan risa.
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No hay verano sin ti.
RomanceDonde Martin y Juanjo acaban trabajando juntos todo el verano como monitores de campamento O Donde Juanjo huye del pueblo y de una relación fallida