11. la diferencia de tocar a desconocidos

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Martin se sintió confuso, pero también adolorido. Llevaba un buen rato escuchando aquel ruido extraño, y si no paraba pronto, juró que iba a volverse loco. Pero el cuello le ardió en dolor cuando se removió en su sitio, en la mesa donde se había quedado dormido la noche anterior.

Bueno, más bien hacía un par de horas. Porque no le había dado tiempo a descansar mucho más de aquello. Aún se sentía mareado, ligeramente afectado por todo lo que había bebido en aquella fiesta. Por eso le costó tanto recordar cómo era que había acabado en aquella situación con Juanjo a su lado.

Porque eso fue lo primero que vio al entreabrir los ojos. Al rostro de aquel cocinero junto a él, bastante más cerca de lo que había recordado ver cuando cerró los ojos antes de dormirse.

Luego, segundos después, a Álvaro abofeteando la mejilla de Juanjo con ímpetu, murmurando cosas que a penas lograba entender. Pareciendo enfadado y preocupado al mismo tiempo.

Joder, ¿estaba así porque no se despertaba? ¿Tan rápido se había cargado Martin al nuevo empleado de su padre?

"¡Juanjo, cabrón!"

Se acabó removiendo en su silla, para el alivio de Martin. Lució desorientado y algo mosqueado, como si el hecho de que Álvaro le hubiera despertado de aquella manera no le hubiera hecho nada de gracia. Como si no fuese su superior o él acabara de quedarse dormido después de la fiesta de ayer.

Martin se hubiera reído si no hubiera sido por el humo que expulsaba a través de los poros su mejor amigo, aún zarandeando a Juanjo por el hombro, al parecer siéndole insuficiente que ya hubiera abierto los ojos.

"Joder, sois unos hijos de puta. ¿En qué pensabais? Víctor se despierta en diez minutos, cabrones" se quejó entre dientes, susurrando aquellas palabras en un volumen contradictoriamente alto. "Lo sabía, si es que lo sabía. Mira que os advertí... que os fuerais a dormir en cuanto entraseis a casa. Y no, vosotros no podíais hacerme caso. Teníais que venir aquí de cita romántica a las cinco de la mañana."

"No estábamos de cita romántica. Estábamos comiendo macarrones" murmuró Martin, su voz sonando dolorosamente rasgada.

"Pues es lo mismo, idiotas. A la próxima lo planeáis en otro sitio, ¿vale? Y si puede ser, también a otra hora. Ya sabéis, que no os pille en mitad de la noche, para poder descansar y todas esas cosas."

"Me dijo que le llevase a la playa y yo le dije que podíamos ir el miércoles, ¿eso te vale?"

"Supongo, ¿planeáis ir a una hora normal?"

"Aún no lo hemos hablado, pero creo que iremos sobre las cuatro o así."

Álvaro tiró de los brazos de Juanjo para obligarle a ponerse en pie. Tenía la ropa totalmente arrugada y el pelo muy desaliñado. También tenía marcas en la cara de haber estado durmiendo sobre sus propios brazos, y Martin no pudo evitar preguntarse si él luciría de aquella forma también. De igual manera, había algo en Juanjo que le impedía verse mal. O al menos para los ojos de Martin. Pudieron ser sus labios hinchados de recién despierto o la forma en la que aquella cadena de oro asomaba por su cuello, habiéndose escapado de su ropa, siendo la primera vez que quedaba visible.

"Vale, bien. Ahora que estamos todos despiertos, ¿por qué no fingimos que tenemos algunas responsabilidades y nos ponemos con ellas? Juanjo, por dios, lávate la cara o algo y prepara ya el desayuno de Víctor. Se lo serviré yo, porque como te vea con esas pintas flipará" comenzó a enumerar Álvaro. "Martin, sube a tu cuarto y date una ducha ya. ¿Quieres que tu padre te pille con ese olor a tabaco? Además, a las diez es el partido, así que más te vale estar completamente arreglado para entonces."

Cowboy Like meDonde viven las historias. Descúbrelo ahora