Capítulo 29

179 22 14
                                    

La celebración estaba yendo bien, todo se mantenía en calma, además, ya era hora de que la cena fuera repartida, Dazai no pudo evitar sonreír, en realidad, no pensó que las cosas fueran a ir tan bien, ¿era pesimista? Ni, él se consideraba alguien realista, suspiro mientras se dirigía a la salida necesitaba un poco de aire, de camino pudo notar la mirada sobre él, se veía preocupado, le sonrio y le hizo un tengo de que estaba bien y siguió su camino.

Afuera se recostó contra la pared del local, hubiera sido mejor que hubiera alguna silla, pues necesitaba descansar los pies, pero recostarse le servía.

Dirigió su mirada al cielo, era una buena noche, habia estrellas y todo era silencio, era pues inmediatamente noto a alguien acercarse, se giro bruscamente a ver de quien se trataba, logrando relajarse al notar que era Kunikida.

—¿Estas bien? Te vi salir y pensé que te sentías mal...

—Oh, no, estoy bien, solo me duele un poco los pies… ya sabes, el embarazo y esas cosas.

Kunikida asintio comprensivo, pensando en alguna idea para ayudar al menor.

—Hay un parque cerca, podríamos ir, pues supongo que aún no quieres regresar adentro.

Dazai lo pensó un poco pero terminó por aceptar, Kunikida dirigió el camino hacia el parque, ambos charlaban animadamente, aunque a Kunikida le inquietaba una duda.

—Dazai...

—¿Uhm?

—Eh… no, nada, olvídalo.

El menor asintio, mientras Kunikida quería golpearse a sí mismo, estaban en un buen momento, no podía arruinarlo con sus preguntas, suspiro mientras ayudaba a Dazai a sentarse en una de las bancas, luego se arrodillo frente a él, extrañando al omega.

—¿Qué haces?

—Dijiste que te duelen los pies, puedo masajearlos un poco, aliviará el dolor.

—¡Eso-!

—Tranquilo, solo estoy tratando de ayudar, ¿puedo?

Dazai un poco sonrojado por la prensa asintio, suspirando al sentir como sus molestias disminuian ante los masajes de Kunikida. Se sentiría un poco incómodo si se tratara de alguien más, pero por alguna razón, con Kunikida solo sentía pena y una pizca de vergüenza, quizás confiaba demasiado en Kunikida, o quizás se deba a que había pasado la mayoría de su embarazo junto a él, pues desde un inicio Kunikida se ofreció a ayudarlo.

Kunikida terminó y sacó un pañuelo para limpiarse, luego se sento junto a Dazai en la banca, kunikida podría decir que la situación le parecería demasiado inapropiada, pero a este punto todo lo que estaba haciendo lo era, por ende no importaba, aunque sabía que estaba mal, estaba interesado en el omega de alguien más, peor aún, no pensaba aléjarse de él.

—¿Te sientes mejor?

—Si, gracias Kunikida-kun.

El mayor emitió un sonido dque indicaba que lo hecho no era nada que agradecer, luego ambos permanecieron en silencio, estaban demasiado tranquilos y las palabras solo estropearian el ambiente.

Si, podrian tranquilamente permanecer así, al lado del otro y en completo silencio, cómodos y tranquilo, sin necesidad de palabras para poder saber que estaban bien juntos.

—Dazai…

Rompió el silencio con duda, Dazai fijo su murada en él, dispuesto a escucharlo.

—¿Si?

—Yo… creo que deberiamos volver, los demás podrían preocuparse.

Se levantó y extendió su mano para ayudar a Dazai a levantarse, él tomo su mano con una sonrisa agradecida y se apresuró a levantarse con cuidado.

—Bueno, vamos.

Comenzaron a caminar, aun no soltaban sus manos, estaban demasiado cómodos como para hacerlo, además, soltarse las manos luego de tanto tiempo seria incómodo, pero como siempre la calma no podía permanecer para siempre.

Dazai se detuvo repentinamente, demasiado asustado, Kunikida al notarlo lo miro preocupado.

—¿Dazai ha pasado algo?

—Vamonos, rápido.

—¿Qué?

Dazai no respondió su duda y comenzó a caminar lo más rápido posible, no podía correr o la poca calma que aún mantenía se iría a la basura y eso sin duda no le haría bien a Haneul.

Trato de regular su respiración lo mejor que podía pero simplemente no lo ayudaba, sintió sus ojos humedecerse, quería llorar, ¿como podía tener tanta mala suerte?

—¡Dazai!

Apareció la voz, mientras las feromonas se intensificaban conforme se acercaba.

Nunca podría gustarle el olor del vino, prefería el olor a mandarina de Kunikida.

Apretó el brazo de Kunikida con fuerza, quizás demasiada pues este se quejo un poco.

No quería girar y dar la cara, no era valiente, no podía enfrentar sus miedo, solo quería ir a casa y llorar.

—Dazai… tú...

Al ver que Dazai no estaba dispuesto a girar a verlo chisto y rodeo al par con intensiones de hablar con el omega, aunque sus planes se fueron a la basura al notar el estado de Dazai.

—¿Estas embarazado?… ¿es mio?

Cuestiono con alegria tratando de acercarse y tocar el abultado vientre de Dazai, aunque fue detenido por el acompañante de este, el tipo rubio y alto lo miró enojado, era obvio que era él quien estaba alterando negativamente a Dazai.

—No lo toques.

—¿Eh? ¿Quién eres tú?

Encaró, llevaba demasiado tiempo buscando a Dazai y no permitiría que algún idiota se interpusiera, se acercó un poco más, ignorando lo claramente alterado que estaba Dazai, apesar de que parecía que rompería en llanto en cualquier momento.

—Ese bebé, es mio, ¿verdad?.

Volvio a cuestionar, Dazai retrocedió ante su cercanía, a pegándose más al brazo de Kunikida, quería esconderse y que Chuuya lo dejara en paz.

Chuuya se molesto ante la insistencia del omega en ignorarlo, trató de volver a sujetarlo pero otra vez fue detenido por el extraño, apretó los dientes enojado por su intromicion y no lo pensó demasiado al momento de golpearlo.

Golpeo su puño contra la mejilla del más alto y eso sin duda logró alterar más a Dazai quien grito asustando.

—¡No lo golpees!

Pidió, finalmente hablando, Chuuya dio unos pasos para asercarse al omega pero nuevamente Kunikida se interpuso, aun recuperándose del golpe, Chuuya gruño al ver la molesta situación volver a suceder, el color naranja lo rodeo alterando más a Dazai, quien está vez se quejo mientras sujetaba su vientre, esto para Kunikida no pasó desapercibido e inmediatamente se giro a ver que pasaba.

Dazai estaba prácticamente de rodillas en el suelo quejándose de dolor.

—¡Dazai!

—M-mi bebé, Kunikida-kun.

Dijo asustado, el dolor era demasiado, al punto de ser insoportable, incluso para alguien como él, quien desde niño salía herido en batalla con frecuencia.

𝙴𝚕 𝙳𝚒𝚊𝚛𝚒𝚘 𝙳𝚎 𝙳𝚊𝚣𝚊𝚒 𝙾𝚜𝚊𝚖𝚞Donde viven las historias. Descúbrelo ahora