prologue

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LEVABA A su espalda una mochila con cada uno de los momentos importantes de su vida, buenos, malos y neutrales.

Metía en su mochila imaginaria un recuerdo cada día, y sacaba de la misma manera, un recuerdo bueno que solía pasarle por la mente era ir con su padrino a Disneyland, uno neutral fue ser degradada a la clase 3-E, uno malo... El día que mataron a sus padres.

El señor y la señora Watanabe eran personas importantes, adinerados, envidiados y también, asesinados. Fueron líderes, padres, hijos y amigos.

Recordaba a su madre como una mujer dulce, carismática pero estricta, a su padre lo recordaba lejano, siempre en su oficina con sus "tíos" pero aún así, su padre era atento y siempre atendía y cumplía sus peticiones, siempre y cuando fuesen razonables.

Le podía prometer la Luna y las estrellas más Natsuki sabía que era imposible conseguir tal hazaña, nadie podía tocar la Luna así como así, se necesitaba un cohete y mil cosas más.

Amaba a sus padres, les debía la vida, sus esfuerzos y sacrificios y siempre les estaría agradecida, sin embargo, nunca podría darles las gracias por su mayor legado, algo que cayó sobre sus hombros de golpe y acabó desmoronándose sobre ella.

Un título. Su título.

Fue líder yakuza, al menos por un corto plazo de tiempo hasta que el Gobierno japonés desmanteló todo quedando únicamente con una deuda hacia el Gobierno que pagaría con su trabajo, su esfuerzo y su sangre.

— Natsuki, objetivo en posición.— Susurraron en su oído, siguió con la mira del francotirador a aquel hombre, lo reconoció como su hombre.— Dispara antes de que entre al hotel o habremos fallado.

Se tomó un segundo en apretar el gatillo, suspiró y lo accionó soltando una bala que se incrustó secamente en el centro de la cabeza de aquel hombre. Era un asesino, no merecía misericordia.

Pero, ¿Matar a un asesino no la convertía a ella en uno? ¿Alguien tendría misericordia con ella cuando llegase el momento?

— Buen trabajo, vuelve a la furgoneta, tus clases comienzan en poco.

— De camino.— Desarmó el arma alejando de su cabeza aquellos pensamientos.

Tomó las escaleras, era mejor no encontrarse con ningún vecino, bajó los peldaños a velocidad. Planta 13... 12... 9... 7... 1... 0.

No miró al recepcionista en el vestíbulo, ni agradeció al hombre que le abrió la puerta, simplemente dejó que sus tacones resonasen en el mármol del suelo, salió apurada y entró a la furgoneta negra tirando el arma a sus pies.

— ¿Cómo vamos de tiempo? No quiero perderme el primer día de clases.

El conductor miró el reloj del vehículo antes de responder:— Vamos justos de tiempo, ponte el uniforme,— le pasó un bolso deportivo con su ropa de clase,— tú mochila debe estar por ahí.

Asintió en silencio y comenzó a cambiarse, sabría que no miraba, su padrino no era así. Era tan recto y formal que nunca haría eso.

La furgoneta frenó unas calles antes del Instituto Kunugigaoka;— Ten buen día Nat.

— Igualmente.— Respondió antes de bajar y comenzar a caminar hasta su centro de estudios.

— ¡Natsuki!— La pelinegra giró y remplazó su semblante serio por una sonrisa amable cuando vio a su amigo peliazul, frenó en seco y lo esperó con paciencia.— ¡Corre!— Tomó su muñeca y aceleró el ritmo con la chica tras él.

— ¡Espera! ¡Vamos bien de tiempo!

Su fiel amigo no la miró:— ¡Faltan dos minutos para la hora y aún tenemos que subir la colina!— Natsuki carcajeó.

A pesar de todo, a pesar de ser una asesina, de dormir con un ojo abierto y de saber que nadie tendrá misericordia con ella, era feliz. Y eso era lo que importaba.

hit and run ▭ karma akabaneDonde viven las historias. Descúbrelo ahora