Amorem: El día que vuelvas

Secretos

2 semanas después del accidente Hannibal estaba totalmente recuperado, la investigación se encontraba truncada pues no habían podido encontrar un nexo entre lo sucedido y que su tío haya sido participe. Tampoco había rastro de los sujetos que lo lastimaron.

Hecho que no le agradaba para nada al mayor, quien, aun cuando no había querido dejar de vivir con Will, sabía que debía buscar una casa y darle espacio a su chico.
No es que este no disfrutará de su compañía o le hubiera pedido irse, pero de quedarse no tendría la libertad para investigar por su cuenta, no quería involucrar a su mangosta más de lo debido. Asimismo, aun cuando habían vuelto a formalizar sabía que la distancia ayudaría a que sus sentimientos se volvieran más fuertes y le intrigaba saber si Will lo extrañaría así como la forma en la que lidiaria con dicha emoción después de haber vivido juntos por casi dos semanas.

Había cerrado la compra de una casa de dos pisos, con tres habitaciones. Le había pedido a Will que le ayudara a decorarla a su gusto, lo cual había sido difícil pues este se había mostrado muy cohibido ante la situación. Al final accedió.

Hacía 4 días que se había mudado a su casa, Will se quedo con él la primera noche y aunque no paso nada más entre ellos el simple hecho de dormir juntos lo hacía sentir la paz que tiempo atrás creía pérdida. El dormir y amanecer con Will a su lado hacia que su vida girará de una manera que no había creído posible, la forma en que el aroma de él se impregnada en la ropa y sábanas le fascinaba, así como la calidez que emanaba de su cuerpo, el poder recorrer su cuerpo, besarlo y abrazarlo cada que así lo deseaba era la mejor sensación y el más sublime de los placeres.

Lo único que empañaba su felicidad era el haber confirmado que su tío en efecto había regresado, aunque no hablaran sabía que tarde o temprano haría algo en su contra, lo había hecho en el pasado y nada le impedía hacerlo de nuevo, la única diferencia es que esta vez ya no estaba bajo su control.

-Perdona la tardanza.- Dijo Will.

-No te preocupes igual acabo de llegar.- Contestó tomándolo de la cintura y besando su frente.

-Alguien estrelló su camioneta cerca de la plaza y fue todo un tema, aunque no hubo heridos.

-Me alegra saber eso, pero ya me acostumbre a que salves el mundo a cada minuto.

-¿Yo? El que ha mejorado la salud mental de todo el lugar has sido tú. No creí que tendrías tantos pacientes tan pronto.

-Todos necesitamos ayuda en algún momento y en estos lugares no hay muchos especialistas. Un motivo más para quedarme aquí.

-¿Tú motivo más importante no era yo?

-Sin lugar a duda lo eres.

Will sonrió amaba reafirmar la importancia que tenía en la vida de Hannibal, a los ojos de los demás podría parecer soberbio pero a él lo hacía sentir seguro y a Hannibal no le molestaba confirmarselo.

Ese día tuvieron finalmente una cita en el exterior, todas las habían tenido que tener en la casa de alguna de los dos por las heridas del mayor. La cual transcurrió bastante bien, Will estaba muy divertido cuando fueron a comer y Hannibal intento con todas sus fuerzas no hacer mala cara a la comida que le habían servido, si debía quererlo mucho para ingerir "esa comida procesada de dudosa procedencia" como él le decía.

Después de pasar cierto tiempo en una cafetería, salieron en dirección al lago, Hannibal se quitó la gabardina que traía y la colocó en la tierra para que Will se recostara, aun cuando le había dicho que no era necesario.

-Este lugar me agrada bastante, tiene tu esencia.-Dijo Hannibal.

-Quizá es porque cuando te me declaraste aquella vez fue aquí.