Capítulo 9: Sombras de Alianzas

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Las fuerzas del ejército aliado marchaban firmemente hacia el territorio enemigo, esta vez no por la petición del Imperio Saderano, sino para salvar al Rey Duran de Elbe. Era un compañero y amigo apreciado por muchos de los reyes y nobles que formaban parte de esta coalición, así como un líder valorado por sus hombres, quienes avanzaban con determinación.

A pesar de la firmeza de su marcha, un aire de duda se extendió entre los soldados al notar la ausencia del ejército Imperial. Los líderes del ejército aliado comenzaron a formular conjeturas sobre lo que el Imperio podría estar planeando. De repente, los jinetes de wyvern que surcaban los cielos dieron la alarma: una gigantesca criatura metálica se acercaba a gran velocidad.

Sin perder tiempo, los líderes organizaron a sus hombres. Crearon un muro de escudos y lanzas al frente, con arqueros posicionados detrás. La caballería se dividió en dos grupos, listos para flanquear al enemigo. Los jinetes de wyvern se prepararon para lanzarse en picada si era necesario. Las bestias como ogros, duendes y orcos se prepararon para cargar en cuanto los arqueros dispararan sus flechas.

Todos estaban en posición, ansiosos, mientras la criatura metálica se acercaba. Al divisarla a lo lejos, un silencio asombroso se apoderó de ellos. El enorme ser evocaba recuerdos de un pequeño monstruo metalico que había capturado a Duran durante la noche anterior, uno que había resistido el asalto de numerosas flechas sin aparentes daños. La angustia se apoderó del ejército al recordar esa experiencia, preguntándose qué haría esta nueva bestia.

Sin embargo, con el valor y el objetivo de rescatar al rey Duran en mente, los soldados mantuvieron su firmeza. La criatura, un imponente Draugr, avanzó poderosamente hacia ellos, cuando de repente se detuvo. Para sorpresa de todos, Duran descendió de la colosal máquina, acompañado por tres seres extraños.

Orión, buscando evitar un conflicto innecesario, descendió con dos de sus Elites guardias de honor, dejando al resto de su escolta dentro de la fortaleza móvil. La presencia de más de sus fuerzas podría resultar en un malentendido, así que él, junto a sus escoltas y Duran, se dirigieron hacia el ejército aliado, confiando en que sus fuerzas reaccionarían si se producía un ataque.

Desde las filas del ejército aliado, el príncipe Ligu observó a su amigo Duran junto a los imponentes seres que venían de la puerta de Prairie Passage. Al ver que estaban a una distancia apropiada, gritó con determinación: ("¡Alto, invasores de la puerta! Liberen al Rey Duran y les prometo una muerte rápida y libre de dolor").

Orión ignoró las palabras del príncipe, pero sus guardias tensaron sus armas, listos para atacar. Duran, notando la tensión, dio un paso adelante y dijo con firmeza: ("¡Todos bajen sus armas! Como pueden ver, estoy bien. No soy prisionero. El señor Orión solo busca llegar a un acuerdo, así que les pido que nos dejen pasar").

Los soldados del ejército aliado se miraron entre sí, incrédulos. ¿Por qué Duran defendía a sus captores? ¿Acaso había sido sometido a algún tipo de magia? Las preguntas brotaban en sus mentes, llenos de dudas.

Ligu, sintiéndose abrumado, decidió ordenar que los dejaran pasar, lo que generó murmullos entre los líderes. Sin embargo, al ver que solo eran tres los enemigos presentes, la mayoría aceptó. Con nerviosismo, los soldados abrieron un camino para que Duran y sus acompañantes cruzaran.

Orión y sus escoltas avanzaron entre las filas del ejército aliado, notando el evidente nerviosismo de los soldados, pero sin prestarles atención. Se dirigieron hacia donde estaban los líderes del ejército.

Al llegar, los guardias rápidamente separaron a Duran de Orión y sus escoltas, apuntando sus armas hacia ellos. Ligu se acercó a su amigo y le preguntó con preocupación: ("¿Cómo te encuentras? ¿Qué clase de tortura te hicieron pasar?")

El Nuevo Guardián: El imperio Forerunner resurgeDonde viven las historias. Descúbrelo ahora