Capitulo 12: Guardianes de un Pueblo Herido

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El bosque de Garam se había convertido en una visión de muerte. El olor metálico de la sangre flotaba en el aire, esparciéndose entre los árboles, mientras los cuerpos destrozados de goblins y orcos yacían esparcidos por todo el lugar. Los troncos estaban salpicados de rojo, y el rocío matutino se había teñido con el mismo color de la masacre. Todo estaba cubierto de una abrumadora quietud. Ni los cantos de las aves ni el chirrido de los insectos rompían el silencio. El único sonido que rompió esta calma fue el de los pesados pasos de un Ogro, corriendo desesperadamente.

El Ogro, que alguna vez había creído que conquistar el bosque de Garam sería un simple paseo, ahora huía con la vida pendiendo de un hilo. Su cuerpo, masivo y poderoso, se tambaleaba mientras intentaba escapar. La mano que llevaba a su rostro sentía la profunda herida que le había infligido Orión. Su mente no podía aceptar lo que había ocurrido.

("¿Cómo pude fallar? Se suponía que éramos una gran horda, la más grande que jamás había marchado. ¡El plan era simple! Invadir, abrumar a los elfos con nuestros números... capturar a sus mujeres... reabastecer nuestras fuerzas...")

Sus pensamientos se interrumpieron cuando tropezó con la raíz de un árbol. Cayó pesadamente al suelo, jadeando por el esfuerzo de su frenética carrera. Con las rodillas en el suelo y su enorme pecho subiendo y bajando en un intento desesperado de recuperar el aliento, su mente volvió a tranquilizarse por un instante.

("Ya me he alejado lo suficiente de esos monstruos... la aldea élfica está cerca... estoy a salvo, casi libre de este infierno.")

La desesperación que lo había consumido comenzó a disiparse, pero fue entonces cuando lo escuchó: el crujir de las hojas secas a su alrededor, un sonido bajo y siniestro. Algo se acercaba. En un primer momento, su mente llena de pánico lo llevó a pensar que eran ellos, los seres que desconocía, aquellos seres que el Imperio Saderano había enfurecido al otro lado de Prairie Passage. Pero rápidamente desechó ese pensamiento.

("No, no pueden ser ellos... los dejé atrás. Deben ser las fuerzas que dejé en la aldea elfica. Estoy a salvo, al fin...")

(Nota: Imaginence a los Legkolo abalansandose sobre el Ogro XD)

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(Nota: Imaginence a los Legkolo abalansandose sobre el Ogro XD).

Pero estaba muy equivocado. De entre los arbustos, no surgieron ni orcos ni goblins. En su lugar, un mar de enormes gusanos, los Lekgolo, emergió con voracidad. Antes de que pudiera reaccionar, los gusanos se abalanzaron sobre él, envolviendo su cuerpo en un manto de criaturas retorcidas. El Ogro gritó con un dolor que jamás creyó posible mientras los Lekgolo se adentraban bajo su piel, recorriendo su cuerpo desde el interior, devorándolo vivo. Incluso su armadura, forjada en metal, no fue rival para los gusanos, quienes con facilidad la trituraron junto a su carne. Los gritos resonaron por todo el bosque, marcando su fin. El cuerpo del Ogro yacía entre los restos de su ejército, completamente aniquilado por el Covenant.

Mientras tanto, con Orión y los elfos...

Orión estaba de pie junto a sus fuerzas, escuchando los informes de sus subordinados. El informe era claro: habían eliminado con éxito todas las fuerzas enemigas en el bosque. No habían dejado a nadie con vida. Sin embargo, mientras escuchaba, su mirada se desviaba hacia los elfos, que permanecían en silencio a cierta distancia. La desconfianza era palpable.

El Nuevo Guardián: El imperio Forerunner resurgeDonde viven las historias. Descúbrelo ahora