O9

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siete días antes de la boda.


Este día se sentía diferente, incluso se sintió más fresco al despertar.

Comprendió por la bella melodía del piano que Gemini no iba a hacerle daño y que tal vez estaba siendo demasiado duro con él por sus problemas con sí mismo, y eso no era justo para ninguno de los dos.

Aquel castaño le demostró que era alguien diferente, que podía confiar en él, que no era como ninguna de las demás personas que había conocido en su reino, eso, por alguna razón, le fascinaba y, a la vez, lo hacía sentirse terriblemente mal; no era digno para estar con alguien como el mayor.

Ignorando esos estúpidos pensamientos que no hacían más que arruinar su confianza, arregló un poco su vestido para salir de su habitación y vagar por los pasillos, buscando al príncipe Gemini.

Sintió una mano pasar por su hombro, provocando que frenara y alzara su vista solo para encontrarse con un sonriente Gemini.

— Estaba buscándote.

— Me dirigía a tu habitación. — volteó hacia él.

Soltó una pequeña risa por lo bajo. — ¿Qué quieres hacer en nuestra cita de hoy?

— ¿Estamos teniendo "citas"? — entrelazó sus dedos, estirando sus brazos hacia abajo.

— Creo que sí, ¿estamos saliendo ahora? — bajó un poco hasta la altura contraria, con un tono de broma en sus palabras.

Soltó una risa, negando un poco con su cabeza. — Que tonto eres. — tomó una de las manos ajenas, tirando de ella para que lo siguiera.

— Entonces... ¿a donde vamos? — cuestionó, siguiendo a la princesa.

— A la biblioteca.

— ¿A la biblioteca? — ladeó un poco su cabeza, pocas veces había pisado esa habitación.

— Tú me mostraste lo que más amas hacer, yo también quiero hacerlo. — se explicó mientras observaba las puertas, haciendo un poco de memoria para recordar cuál de todas era su destino.

— ¿Te gusta leer?

— Adoro, amo leer. — corrigió, mientras abría la puerta de la biblioteca y soltaba la mano ajena a medida que entraba a la misma. — ¿Te sorprende? — dirigió su vista hacia él, para luego desviar su mirada hasta los libros que estaban en los estantes, pasando las yemas de sus dedos sobre los mismos.

— Bueno... todas las princesas que he conocido suelen tener como hobbie montar a caballo o la danza. — se encogió de hombros, tomando el primer libro que encontró.

— Mi madre es muy... sobreprotectora... — hizo una ligera mueca. — Mi única diversión eran los libros, — volteó hacia él, alzando el objeto nombrado. — siempre me gustó aprender cosas nuevas o imaginar que soy la protagonista de las historias.

— Suena divertido, — esbozó una sonrisa y abrió el libro que tenía entre manos, leyendo un poco por encima. — Deberías recomendarme un libro.

— El que tienes en mano es una linda historia de amor. — dejó el libro que había tomado en donde estaba para tomar otro.

— ¿Ya lo has leído?

— Tengo el mismo en mi reino, — se encogió de hombros. — Creo que volveré a leerlo cuando quiera escapar de ti.

— Oh, aquí estabas escondida, ya sé dónde debo buscarte.

— Dios, tengo que encontrar otro escondite. — se acercó a él, arrugando un poco su nariz. — Aunque... ya no quiero esconderme de ti, sé que no vas a lastimarme, ¿cierto? — alzó su mirada, recibiendo un gesto afirmativo, esbozó una sonrisa ante aquello. — Siento haberme cerrado a ti, quiero que me conozcas, pero me asusta que me des la espalda si lo haces, nunca antes alguien se había interesado tanto en mí... — bajó su mirada, haciendo una pequeña mueca de tristeza.

El castaño observó a la pequeña princesa que se veía tan asustada al hablar, ¿Qué era lo que podía atormentarla de tal manera? Era imposible que hubiera hecho algo malo en un pasado y las consecuencias la persiguieran hasta el día de hoy, Eerin no se veía como esa clase de persona y, por lo poco que había podido ver de ella, sabía que realmente no lo era. Sea como sea, seguiría a su lado a pesar de lo que fuera.

Tomó con delicadeza ambas manos de la contraria, acercándolas hasta sus propios labios para poder dejar un pequeño beso en ellas y luego soltarlas poco a poco.

— No voy a juzgarte, princesa, puedes confiar en mí... Daré lo mejor de mí para que te sientas cómoda y afrontemos tus problemas juntos.

Fourth observó los ojos contrarios y notó que nunca había recibido una mirada tan sincera, estaba completamente perdido por el bonito príncipe con apariencia de ángel.

Princesa nattawat | Geminifourth Donde viven las historias. Descúbrelo ahora