El brillante sol de la mañana se colaba por la ventana y molestaba posándose en el rostro del príncipe de Lesalia. Cubrió su cuerpo entero con las sábanas, enredándose en ellas.
— Príncipe Norawit, —Phuwin le llamó la atención, colocándose al lado de la cama del nombrado.— Es hora de despertarse, sus padres quieren verlo en el comedor principal en menos de diez minutos.
— ¿Tan temprano...?
— Tienen visitas.
— ¿Visitas? —Abrió sus ojos, quitando las sábanas de su rostro.— ¿Tenemos visitas?
— Apresúrese, príncipe. —Luego de hablar, Phuwin se retiró de la habitación para dejarlo solo.
Observó la puerta cerrada durante algunos segundos antes de que su cerebro fuera consciente de la situación y se sentara para estirarse. Sus pensamientos aún divagaban en esas visitas; hacía tiempo que nadie visitaba el castillo de manera imprevista, ¿ellos venían junto a sus padres? ¿Eran los reyes de Entak?
Se levantó de su cama, se alistó y buscó la ropa adecuada para dar una buena impresión a quien fuera que estuviera en su hogar. Acomodó por última vez su cabello y su saco frente al espejo y salió de su habitación, dirigiéndose hacia donde Phuwin le había indicado.
Al llegar al comedor principal pudo notar a una mujer alrededor de la edad de su madre, de piel pálida y cabello rubio. A su lado se encontraba una joven, su complexión era delgada y tenía las mismas características de su madre (o había asumido que esa era su relación), solo que sus mejillas eran adornadas por adorables pecas. También se notaba extremadamente incómoda, no quería estar allí. Era una chica bonita, pero su pensamiento no había pasado más que aquello; ella era una princesa joven y todas ellas resultaban ser igual de odiosas, o al menos las de los reinos cercanos que había conocido.
— Oh, hijo, —la madre del príncipe provocó que toda la atención fuera hacia el mismo.— Siéntate, ¿sí? —Con una sonrisa, Gemini asintió y tomó lugar.
Fourth observó al mayor, un príncipe realmente bonito a su parecer; las facciones de aquel chico eran realmente perfectas, su cabello castaño parecía terciopelo y sus hoyuelos adornaban unas suaves y rojizas mejillas. Nunca antes alguien le había gustado y el príncipe de Lesalia no sería la excepción, pero debía admitir que, por un momento, su corazón había latido por la belleza del mismo.
— Queríamos que estuvieras presente para darles la gran noticia. —Habló el rey presente.
El príncipe y la supuesta princesa voltearon al hombre mayor; sus rostros cambiaron en un instante cuando el pensamiento de una boda real pasó por sus mentes. ¿Sus padres acababan de comprometerlos? Esperaban que, simplemente, sus padres anunciaran nuevos tratados entre sus reinos. Se notaba la incomodidad y el disgusto de los príncipes; era la primera cosa que tenían en común.
— Hablamos con la reina de Entak y... la boda se celebrará en dos semanas.
El silencio invadió la inmensa sala, dejando a ambos futuros esposos sin palabras para la noticia que acababan de darles. Su opinión no importaba, claro que no lo hacía; ellos se casarían sin importar lo que pensaran al respecto. Sus padres ya se habían encargado de arreglar todo aquello y no quedaba otra opción que aceptar su destino y reinar juntos.
Pero Gemini, aún sabiendo que no tenía poder alguno, estaba enojado.
— ¿Disculpen? —Rompió el silencio, dirigiendo su vista con el ceño fruncido hacia sus padres.
— La princesa Eerin —"ella" bajó su mirada al escuchar ese nombre, no podía corregirla como lo hacía con su madre— va a ser tu futura esposa y, en unos años, serán reyes de ambos reinos.
Con un empujón alejó la silla de la mesa, levantándose de inmediato. Cualquiera podía notar el obvio enojo y disgusto en el rostro del joven príncipe, pero no podía quejarse, así eran las cosas y así serían.
— ¡Phuwin, ven a mi habitación! —Alzó su voz al hablar mientras caminaba a paso pesado hacia la habitación, seguido por su empleado.
Sabían que su hijo iba a reaccionar de esa forma, no les importaba en lo absoluto. Él iba a casarse con la princesa de Entak y sus problemas con el dinero desaparecerían como si de magia se tratase. Por su lado, la reina de ese mismo reino podría deshacerse del pequeño problema que le causaba el secreto de su niña. ¿Qué ocurriría cuando Lesalia se enterara de eso? No lo sabía, pero no le preocupaba; cuando eso ocurriese ella estaría lejos de todo ese asunto.
Todos (o casi todos) ganaban con este acuerdo.
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Princesa nattawat | Geminifourth
FanfictionHace unos años, la Reina de Entak esperaba a una bella niña, la princesa y heredera que siempre había soñado, a la niña que mimaria hasta el útimo día de su vida pero, al parecer, la deseada princesa era, más bien, un príncipe. -Gemini Top | Fourth...