14

92 13 0
                                    


— ¿Planean casarse de todas formas?

Ninguno de los príncipes respondió ante esa interrogante; nunca habían discutido eso entre ellos mismos, ¿Cómo iban a saberlo?

Fourth se encontraba especialmente inquieto por el nerviosismo que le había generado la pregunta. Sus mejillas rápidamente se volvieron dos manzanas ante el pensamiento de que, cuando el momento llegara, debería besar al príncipe Gemini frente al reino. Anteriormente, se habría ocultado en su cabello, pero en ese momento no tuvo más opción que bajar la mirada. Gemini soltó una pequeña risa ante la adorable reacción de su prometido. No lo habían hablado antes, pero algo en la mirada del chico con estrellas en sus mejillas le decía que quería ser su esposo, y eso era más que suficiente para él. 

— Por dios... ustedes realmente se gustan. 

El menor de los cuatro empujó levemente a Force por ese vergonzoso comentario, frunciendo levemente su ceño y enderezando su espalda para obtener una posición de orgullo. — Cállate, íbamos a casarnos aunque no lo quisiéramos. 

— Ah... me asusta la idea de que mis padres lleguen a enterarse... — el príncipe mayor bajó su mirada. — ... me separarían instantáneamente de Fourth y yo pasaría el resto de mis días encerrado en mi habitación... 

El rubio soltó un suspiro. Entendía el miedo ajeno porque también lo sentía dentro de su pecho, y eso no hacía más que agobiarlo. No quería traerle problemas al heredero del trono y nunca se perdonaría provocarle algún daño a ese chico de rostro angelical. 

— Sé que encontraremos la forma de mantenerlo oculto, solo... tenemos que buscarla, es posible. 

Un silencio se formó entre los cuatro, solo podía escucharse el agua cayendo tras ellos, solo podía sentirse cómo la preocupación crecía cada vez más y comía, poco a poco, a ambos príncipes. Desde la perspectiva de Pond y Force, era triste ver la difícil historia de amor de esos dos chicos, y saber que no podían ayudarlos solo los desesperaba, los hacía sentir más que impotentes.

— O pueden, simplemente, escapar. — Pond rompió el silencio, provocando que los otros tres chicos presentes voltearan a verlo con confusión. — Oh, ¿dije algo malo? Creí que era una buena idea... largarse de aquí, caminar hacia un reino donde nadie los conozca y empezar una nueva vida. Es romántico. 

El pequeño arrugó un poco su nariz. ¿Escaparse como había leído en esos cuentos de fantasía? Sonaba a una muy mala idea, pero, ¿realmente lo era? Mientras más vueltas le daba, más sentido tenía en su mente y, quizá, se estaba volviendo loco por querer una vida fuera de la realeza. Quería estar con Gemini, y si se quedaban allí, los perjudicaría a largo plazo, y eso era lo último que deseaba. Necesitaba tener una vida tranquila junto al mayor, sin estándares que cumplir, sin presiones de por medio.

Dejó de darle vueltas al asunto cuando escuchó una risa sin gracia del azabache. Aquello lo hizo volver a la realidad y darse cuenta de que solo estaba pensando en fantasías. Hizo una ligera, casi imperceptible mueca, y bajó su mirada. 

— Por dios, Pond, — habló Force. — Creo que estás pasando mucho tiempo en la biblioteca. 

El nombrado soltó una risa a la vez que negaba con su cabeza. — Lo siento, pienso demasiado. 

Gemini se levantó de donde estaba sentado y sacudió un poco su ropa. — Este lugar se llenará de personas en solo unos minutos, creo que es hora de irnos, Fourth. — Extendió su mano hasta el nombrado, y el mismo, con gusto, aceptó su ayuda para levantarse también. — Si nos escapamos... les enviaré una carta. 

— Sé que lo harán, estaré esperando que llegue. 

Ambos príncipes soltaron una ligera risa y se despidieron con un suave gesto de su muñeca antes de comenzar a caminar fuera del pueblo. Debían apresurarse si no querían que los reyes se dieran cuenta de que no estaban en el castillo ni en sus alrededores. 

El castaño pasó uno de sus brazos por los hombros ajenos, abrazando al dueño de los mismos y apegándolo a su cuerpo.

— Así que... ¿quieres casarte conmigo?

No pudo disimular su sorpresa ante esa pregunta, pero solo desvió su mirada. — Gemini, por dios...

— Solo es curiosidad, — se encogió de hombros, soltando una risa. — ¿Acabas de rechazarme?

— No lo he hecho...

— ¿Eso significa que te gusto?

— ¡Gemini! — exclamó tímido, empujando un poco el cuerpo contrario para que se alejara de él, obteniendo solo una carcajada ajena. — De verdad eres un tonto...

Princesa nattawat | Geminifourth Donde viven las historias. Descúbrelo ahora