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La tarde se había escapado de sus manos cuando ambos comenzaron a crear ese lugar feliz entre risas y pequeños besos. Los suaves labios rosados de Fourth buscaban besar el rostro angelical del príncipe de Lesalia, que no se negaba en lo absoluto a ello.

— Es tarde... — recostó su cabeza sobre el hombro del más alto.

— Deberíamos preparar nuestras cosas y dormir para despertar en la madrugada.

El menor se levantó del suelo y extendió su mano hacia el contrario para que se levantara también. El mayor aceptó su ayuda y le dedicó una pequeña sonrisa.

— ¿Te veo en la biblioteca a la medianoche?

— Bien, ahí estaré.


[🌼]

un día antesde la boda.

Abrió lentamente sus ojos, volteando su cuerpo sobre su cama para poder ver la ventana; la luna estaba llena y su tenue luz entraba a la habitación para avisarle al chico de cabellos dorados que era hora de levantarse si es que quería irse de ese reino. Salió de su cama y se colocó la ropa que Gemini le había prestado días atrás para poder estar más cómodo.

Abrió la puerta de la habitación y observó a cada lado, asegurándose de que nadie estuviera cerca, entonces se dirigió a la cocina antes de ir hacia la biblioteca, quería tomar algunos bocadillos porque estaba seguro de que querría comer algo en medio de su viaje.

Empujó la puerta de su destino, encontrándose con el castaño buscando y rebuscando sobre y entre los libros.

— ¿Qué haces?

Se sobresaltó al escuchar la voz contraria, soltando un suspiro al ver al pequeño. Fourth soltó una ligera risa y cerró la puerta tras él. — Busco papel, un sobre y un bolígrafo, los necesitaremos.

— ¿Vas a escribirle a tus amigos?

— Sí, bueno... — por fin había encontrado lo que estaba buscando, esbozó una sonrisa de victoria por ello y luego guardó esas cosas en su bolso. — Eso planeo.

— ¡Oh, mira! — abrió su bolso, dejando ver lo que había "robado" de la cocina. — Podremos comerlos en el camino.

— ¿Tú solo piensas en comer?

— También pienso en ti. — se encogió de hombros, esbozando una sonrisa.

— Eres incluso más romántico que yo. — soltó una risa, acomodando el cabello del contrario hacia atrás.

— Pft, eso es imposible...

Un pequeño silencio los invadió, aunque el mismo no llegó a ser incómodo. Absolutamente nada entre ellos podía ser incómodo, ¿por qué lo sería? Si cada vez que se miraban a los ojos sentían que la parte que les había hecho tanta falta volvía a ellos. Ahora eran un solo corazón, y los dos estaban más que felices por haber encontrado a su otra mitad.

El castaño se acercó un poco al más bajo, tomando la mejilla del mismo y acercándose a su rostro para dejar un suave beso sobre sus labios. Beso que el contrario no tardó en corresponder mientras reposaba sus manos en los hombros del príncipe mayor.

— Estoy... tan feliz por saber que podremos estar juntos, sin preocupaciones... — murmuró luego de separarse del beso, aunque aún se mantuvo cerca del cuerpo contrario.

— También lo estoy... — sonrió levemente mientras pasaba sus manos sobre los hombros de aquel chico, acariciando esa zona. — ... Siempre estuve en busca de la libertad y, mira, la encontré contigo. — soltó una pequeña risa, bajando su mirada.

¿Cómo era posible que su corazón latiera ante la dulce melodía que Fourth desprendía cada vez que reía? Gemini estaba completamente sumergido en la timidez y finos rasgos del contrario y, a cada segundo que pasaba, estaba seguro de que quería compartir su vida con el chico de rubios cabellos.

— También eres mi libertad, Fourth. — también esbozó una sonrisa al hablar.

Bajó la mano que tenía en la mejilla del menor y dirigió la misma hasta la mano contraria, entrelazando sus dedos uno en uno.

— ¿Ya deberíamos irnos? — acomodó la correa de su bolso sobre su hombro.

— Creo que es el momento perfecto... — balanceó el agarre de sus manos.

— Bien, vamos. — luego de hablar, se dirigió a la puerta, aprovechando el agarre de sus manos para llevar con él al mayor.

El menor tomó la delantera, aunque se movía con mucho cuidado. No quería que fueran descubiertos y todo su plan se echara a perder. Quería ser realmente feliz con el chico que ahora tomaba su mano y sabía que nadie iba a impedírselo, no iba a permitir eso.

No tomó mucho tiempo que llegaran a la puerta principal y, aprovechando el momento en el cual los guardias nocturnos estaban distraídos, se apresuraron a llegar a los árboles cercanos al castillo y esconderse entre ellos.

— ¿Estás listo para nuestra nueva vida? — preguntó el mayor en un susurro, presionando un poco la delicada mano contraria. Ellos realmente estaban escapando.

— Siento que nací para esto... — devolvió el susurro, mirando hacia atrás sobre su hombro para asegurarse de que los guardias no los hubieran visto.

— Entonces... vamos a por ella.

Respondió mientras comenzaba a adentrarse a aquel bosque para caminar hacia la vida ideal que planeaba tener junto a su lindo enamorado con mejillas llenas de estrellas.

Princesa nattawat | Geminifourth Donde viven las historias. Descúbrelo ahora