Capítulo 11

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Capítulo 11

DAX

—¡Buenos días a todos! —saludó Ben con entusiasmo mientras entraba a la cocina del restaurante—. Espero que estén listos para un día tan ocupado, cómo el que tenemos hoy.

Levanté la vista de la tabla de cortar donde estaba picando verduras y sonreí a mi hermano. Su energía siempre era contagiosa, incluso en las mañanas.

—Buenos días, Ben —respondí, notando por el rabillo del ojo que Win también había levantado la mirada de su lugar de trabajo para asentir en dirección a Ben.

Era temprano, apenas pasadas las 7 de la mañana, y el sol apenas comenzaba a filtrarse por las ventanas de la cocina.

El aroma a café recién hecho llenaba el aire, mezclándose con el olor a pan fresco que salía del horno.

Ben se acercó a la cafetera y se sirvió una taza.

—¿Alguien más quiere? —preguntó, alzando la jarra.

—Yo paso —respondió Win sin levantar la vista de la salsa que estaba preparando. —Ya tuve suficiente cafeína por hoy.

Sonreí para mis adentros. Era típico de Win estar completamente despierto y alerta incluso a estas horas de la mañana. Yo, por otro lado, asentí agradecido cuando Ben me ofreció una taza.

—Gracias —murmuré, sintiendo cómo el calor de la taza se extendía por mis manos. Di un sorbo y sentí cómo el líquido caliente me ayudaba a despertar completamente.

No podía dejar de pensar en la conversación que había tenido con Win el día anterior. Había mostrado interés en mis fotografías, había accedido a verlas.

—Dax, ¿puedes pasarme los tomates cuando termines con eso? —la voz de Win me sacó de mis pensamientos.

—Claro, en un momento —respondí, apresurándome a terminar con las zanahorias que estaba cortando.

Cuando me acerqué dónde estaba Win para entregarle los tomates, nuestras miradas se cruzaron por un instante. Hubo un momento de duda, como si ambos quisiéramos decir algo más, pero no supiéramos exactamente qué o cómo hacerlo.

—Gracias —dijo Win finalmente, tomando el recipiente con los tomates.

—De nada —respondí, y por un segundo, consideré mencionar las fotos otra vez, preguntarle si quería ver más. Pero el momento pasó, y Win ya estaba concentrado en su tarea nuevamente.

Volví a mi lugar, tratando de enfocarme en lo mío, sería un día ocupado, y no podía permitirme distracciones, por más que mi mente quisiera divagar.

De repente, vi cómo la luz del sol entraba por la ventana y hacía brillar todos los cuchillos y ollas. Era tan bonito que no pude resistirme. Saqué mi teléfono del bolsillo y tomé una foto rápida. Miré la pantalla y sonreí. Incluso en la cocina, hay cosas lindas que fotografiar.

Seguimos preparando los platillos para el día, Win iba caminando con una olla grande de salsa. Vi que la olla se inclinaba y corrí a ayudar. Agarramos la olla juntos y nuestras manos se tocaron por un segundo. Nos miramos y por un momento olvidé que estábamos en la cocina.

—¿Estás bien?

—Sí, gracias.

Nos quedamos quietos un momento, como si no supiéramos qué hacer. Luego Win se fue a buscar algo para limpiar el piso.

Las horas pasaron muy rápido, en preparaciones y pedidos. Era cerca del mediodía cuando escuché la campanilla de la puerta principal, anunciando la llegada de un nuevo cliente. Normalmente no le habría prestado atención, pero la voz que siguió me hizo levantar la cabeza de inmediato.

El viento que nos separó (BL) [EN EDICIÓN]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora