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La habitación de Will era un desastre: un montón de ropa sobre la cama, zapatos tirados por doquier, y él en medio de una crisis

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La habitación de Will era un desastre: un montón de ropa sobre la cama, zapatos tirados por doquier, y él en medio de una crisis. Estaba parado en medio de su dormitorio, con una toalla envolviendo su cintura, sus rizos mojados y revueltos por la reciente ducha. Ni siquiera él sabía por qué se comportaba de manera tan extraña.

Will revolvió todo su clóset, buscando algo decente. Al final, se decidió por una camisa de cuadros, sus pantalones de vestir y unos zapatos simples. Intentó ordenar sus rizos, pero le era imposible. Luego de unos minutos tratando de decifrar qué corbata usar, su padre entró en la habitación y lo miró extrañado.

-¿A dónde vas, Will?- frunció el ceño, observando el atuendo de su hijo. -¿Acaso tienes una cita?

-E-eh no, tengo...- Will pensó que se vería raro si decía que iba a cenar a solas con su profesor de Arte. -...una reunión de estudios.

-¿En serio?, pues qué bueno que ya puedas hablar con más personas, hijo. Espero que te vaya bien. A mí me llamaron para hacer un trabajo, así que no llegaré a casa. -El padre se inclinó hacia el marco de la puerta, guardando sus manos en los bolsillos.

-Está bien, papá. Cualquier cosa, llámame. -Will dijo, sintiendo un nudo en el estómago.

Su padre asintió y salió de la habitación, dejándolo solo con sus pensamientos. Will se miró en el espejo, su reflejo lo devolvía con una expresión de incertidumbre. No entendía por qué se sentía tan nervioso, tan incómodo. Era solo una cena, ¿no?

Se obligó a respirar hondo, tratando de tranquilizarse. Se puso la corbata, la que había elegido al azar, y salió de la habitación.

Al llegar a la puerta, se detuvo un momento, dudando. ¿Qué estaba haciendo? ¿Por qué se sentía tan incómodo? Se encogió de hombros, tratando de ignorar la sensación de inquietud que lo invadía.

Se dirigió a la dirección que Hannibal le había indicado, una mansión antigua y elegante en las afueras de la ciudad. Al entrar, la atmósfera era sofocante, el aire cargado con un aroma a lavanda y a tierra mojada. Will se sintió aún más incómodo, como un pez fuera del agua.

Hannibal lo recibió en la entrada, vestido con un impecable traje negro. Su mirada fría y penetrante lo hizo sentir aún más incómodo.

-William, me alegra que haya venido- dijo Hannibal, con una sonrisa enigmática.

Will asintió, sin saber qué decir. Hannibal lo condujo a través de un pasillo oscuro y silencioso hasta un comedor que parecía sacado de una película de época.

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TEACHER'S PET - hannigramDonde viven las historias. Descúbrelo ahora