Aegon se mantuvo firme, con la majestuosidad de Sunfyre resplandeciendo detrás de él, su figura dorada brillando bajo la luz del sol. La conexión entre ambos era palpable, un vínculo que iba más allá de la simple obediencia. Los menores lo miraban con atención, conscientes de la importancia de lo que estaban a punto de aprender.
-Hoy aprenderán lo más importante para cualquier jinete de dragón, - comenzó Aegon, su voz firme resonando en la amplia zona. -Un vínculo fuerte con su dragón no se trata solo de montarlo o darle órdenes. Se trata de una conexión que nace de la confianza y el respeto mutuo.-
Sunfyre, como si entendiera cada palabra, inclinó la cabeza hacia Aegon, sus ojos brillando con una inteligencia casi humana. -Verdad, Sunfyre?" - Aegon acarició suavemente las escamas doradas de su dragón, recibiendo un suave ronroneo en respuesta.
Más allá, los otros dragones de sus sobrinos y su hermana observaban la escena con atención, como si también estuvieran esperando aprender de Aegon. El príncipe continuó, explicando la importancia de la comunicación y la comprensión entre jinete y dragón, enseñándoles a sentir y escuchar a sus compañeros.
-Recuerden, no es solo una cuestión de dar órdenes, - concluyó Aegon, mirando a cada uno de los niños. -Es una relación que deben cultivar con paciencia y dedicación. Sus dragones son parte de ustedes, y ustedes, parte de ellos. -
Aegon observó cómo cada uno de los menores se dirigía a su respectivo dragón, preparándose para fortalecer el vínculo con ellos. Mientras todos se dispersaban, Aemond permaneció a su lado, sus ojos llenos de anhelo y un toque de incertidumbre mientras miraba a los demás.
Notando la mirada de su hermano menor, Aegon lo rodeó con un brazo en un gesto protector. Con voz suave pero firme, le dijo con ternura:
-No te preocupes, Aemond. Te lo prometo, también tendrás tu dragón. Te doy mi palabra. -
Aemond asintió a las palabras de su hermano mayor, sintiendo un rayo de esperanza al escuchar su promesa. Tras finalizar el entrenamiento, los dos hermanos, junto con los demás, regresaron al castillo para asearse y prepararse para la cena. Sin embargo, Aegon no sospechaba que Aemond tenía otros planes en mente.
Con el corazón acelerado y un fuerte deseo, Aemond se escabulló en silencio hacia la cueva de los dragones, donde los grandes seres alados descansaban en la penumbra. Anhelaba tener su propio dragón y, con esa esperanza en mente, se adentró más en la cueva. Allí, se encontró cara a cara con un inmenso dragón que lo observaba fijamente.
Por un instante, el miedo lo paralizó, pero Aemond pronto recuperó su compostura. Con voz firme, aunque su corazón latía con fuerza, habló en valyrio:
-Cálmate, no vine por ti. Solo quise visitar el dragón de mi hermano.
Sabía que cualquier signo de debilidad podría ser fatal. ¿Por qué había venido solo?, se preguntaba, consciente del peligro que corría al estar allí sin compañía.
El dragón lo observó detenidamente, como si estuviera evaluando su valor. Con un rugido profundo, soltó un fuerte soplido que agitó el aire a su alrededor. Aemond, pese al miedo que sentía, cerró los ojos e intentó mantenerse firme, luchando por no mostrar debilidad, aunque en su mente anhelaba desesperadamente la presencia de su hermano mayor.
Cuando abrió los ojos, se encontró con la mirada penetrante del dragón, que seguía fijamente sobre él. En un impulso cargado de temor y determinación, Aemond levantó su mano, acercándola lentamente al rostro de la bestia. Contra todo pronóstico, el dragón permitió el contacto, inclinando ligeramente la cabeza en señal de aceptación.

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Segunda vida. JACEGON
Fiksi PenggemarAgonizando se encontraba el actual rey Aegon II Targaryen, envenenado por su propia gente, lo mas curioso que en su agonía no tenia deseos de vivir, a estas alturas para que pensaba el joven rey, no tenía a nadie, sus hermanos, sus hijos, su madre...