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"La belleza puede ser peligrosa, pero la inteligencia es letal."
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𝐄𝐋 𝐒𝐔𝐀𝐕𝐄 𝐑𝐄𝐒𝐏𝐋𝐀𝐍𝐃𝐎𝐑 𝐃𝐄𝐋 𝐒𝐎𝐋 𝐀𝐏𝐄𝐍𝐀𝐒 𝐒𝐄 𝐅𝐈𝐋𝐓𝐑𝐀𝐁𝐀 𝐏𝐎𝐑 𝐋𝐀𝐒 𝐕𝐄𝐍𝐓𝐀𝐍𝐀𝐒 𝐃𝐄 𝐋𝐀 𝐇𝐀𝐁𝐈𝐓𝐀𝐂𝐈𝐎́𝐍 𝐄𝐍 𝐋𝐀𝐒 𝐌𝐀𝐙𝐌𝐎𝐑𝐑𝐀𝐒; 𝐀𝐔𝐍𝐐𝐔𝐄 𝐘𝐀 𝐇𝐀𝐁𝐈𝐀 𝐀𝐌𝐀𝐍𝐄𝐂𝐈𝐃𝐎, 𝐒𝐄 𝐒𝐄𝐆𝐔𝐈𝐀 𝐕𝐈𝐄𝐍𝐃𝐎 𝐋𝐈𝐆𝐄𝐑𝐀𝐌𝐄𝐍𝐓𝐄 𝐎𝐒𝐂𝐔𝐑𝐎. Elvira se levantó temprano, una costumbre heredada de su hogar, vital para su deseo de ser la mejor de la clase. No solo era un requisito de su madre, sino también un deseo personal; sabía que tenía la capacidad de lograrlo.
La falta de sueño la atormentaba desde aquel inquietante sueño que había tenido o al menos eso pensaba, aunque no podía recordar exactamente de qué se trataba. Solo sabía que le había dejado una sensación de inquietud.
Cuando se sintió lista, se ajustó el uniforme con esmero, asegurándose de que cada prenda quedara perfectamente colocada. Se peinó el cabello, dejando caer un mechón que disimulaba su cicatriz. Se aplicó un lápiz labial de fresas y se roció con su perfume favorito. Mientras se miraba en el espejo, pensando en su imagen, un gemido la sacó de su ensueño.
—¿Por qué tan temprano? —murmuró Pansy, todavía medio dormida, con la voz entrecortada.
—Necesito estar lista antes que los demás —respondió Elvira, girándose para acariciar a Crystal, su gata negra, que dormía sobre su cama.
Pansy se estiró y se sentó en la cama, frotándose los ojos y tratando de despejarse.
—No sé cómo puedes. Yo necesito dormir para ser bonita —se excusó, aunque finalmente se levantó y se dirigió al baño, aún con pasos pesados.
A pesar de su somnolencia, Pansy se duchó y se preparó rápidamente.
Cuando ambas estuvieron listas, recogieron sus libros y pergaminos y se dirigieron a la sala común, donde Draco y Theo las esperaban en uno de los sillones, riendo entre ellos.
—Por fin —dijo Draco con una sonrisa, sus ojos brillando con una chispa de diversión—. Ya pensábamos que tendríamos que ir a buscarlas.
—Fue culpa de Pansy —se excusó Elvira, apuntando hacia su amiga, quien le dirigió una mirada ofendida.
—Me perdí la oportunidad de ver cómo Pansy intenta despegarse de la cama —bromeó Theo, provocando una risa de Elvira.
—¡No te atrevas! —replicó Pansy, lanzándole una mirada de advertencia, aunque no podía evitar sonreír ante la camaradería del momento.
