—¡Aquí estamos! —exclamó Hagrid al llegar frente a una enorme puerta de madera maciza—. ¡Todos en fila, seguidme!
La puerta se abrió con un chirrido que reveló un vasto vestíbulo iluminado con candelabros y antorchas, cuyas sombras danzaban por las paredes de piedra. Hagrid los condujo hasta una mujer de aspecto severo, vestida con una túnica de terciopelo verde oscuro y un sombrero puntiagudo. Era la profesora McGonagall, que aguardaba pacientemente en lo alto de una escalera de mármol.
—Los estudiantes de primer año, profesora McGonagall —dijo Hagrid, inclinando ligeramente la cabeza en señal de respeto.
—Gracias, Hagrid —respondió ella con su típica mirada firme—. Ahora, seguidme.
Los estudiantes avanzaron en fila detrás de McGonagall, subiendo las escaleras que parecían elevarse hacia las alturas del castillo. Elvira caminaba junto a Draco, Pansy y Theo, mientras Harry, Ron y Hermione venían justo detrás de ellos.
—¿En qué casa quieren quedar? —preguntó Elvira, observando el grupo mientras subían.
—Obvio que en la mejor casa de todas —respondió Draco con una sonrisa confiada.
—Por supuesto que sí —respaldo Theo, chocando puños con Draco.
Elvira soltó una pequeña risa y miró hacia Pansy.
—Yo también. No hay mejor casa —dijo Pansy, siseando como una serpiente en un gesto cómplice. Elvira ladeó la cabeza ante el sonido,pero las palabras de Pansy captaron su atención.
—¿Y tú? —le preguntó Pansy a Elvira, curiosa.
Elvira dudó por un momento. Por un lado, quería quedar en Ravenclaw, la casa de su padre, algo que había descubierto al encontrar viejas pertenencias de él en una habitación abandonada en su casa. Había montones de fotos de un grupo de chicos y objetos con el emblema de la casa azul. Sin embargo, su madre esperaba que siguiera la tradición familiar y quedara en Slytherin, como todos los Black antes de ella. No quería decepcionarla.
—Espero que Slytherin, aunque Ravenclaw también estaría bien —dijo finalmente, con una pequeña sonrisa.
