—¿Te parece divertido, Grinweld? —su tono era severo—. Nos van a quitar puntos a nuestras casas.
Elvira apretó los labios ante el comentario de Hermione, no esperaba que se dirigiera an ella. Sin embargo, no dejó que esa sorpresa se reflejara demasiado. Se giró lentamente, sintiendo las miradas de Theo y Pansy sobre ella, ambos desconcertados por el repentino intercambio.
—Bueno, Granger —dijo Elvira, arqueando una ceja con un aire despreocupado—, si te molesta tanto, puedes ir a detenerlos tú misma.
Hermione abrió los ojos, sorprendida por la respuesta. No había esperado que Elvira le contestara, menos con esa actitud. Pensaba que, como siempre, la ignoraría, haciéndola sentir invisible.
Justo en ese momento, Daphne Greengrass se acercó desde detrás de Elvira, con una sonrisa maliciosa en los labios.
—¿Por qué quieres detener la diversión, sangre sucia? —dijo Daphne con una risa fría, mientras su mirada destellaba crueldad. Esa chica parecía que no se cansaba.
Elvira se giró hacia Daphne, frunciendo el ceño. Sin decir nada, se alejó unos pasos, claramente incómoda por la cercanía. Mientras lo hacía, su mirada se desvió hacia Hermione, que había bajado la cabeza ante el insulto. Un silencio incómodo se extendió por el grupo, y algunos de los otros estudiantes se tensaron ante las palabras de Greengrass.
Hermione, aunque herida, levantó la mirada y clavó sus ojos en Daphne.
—¿Qué te importa, Greengrass? Esta conversación no es contigo —replicó Hermione, tratando de que su labio no temblara tanto.
—¿Y te atreves a hablarme? —se rió Daphne, la rubia cruzando los brazos con una sonrisa despectiva.
—Parece que no te quedó claro cuando te dije que cerraras esa estúpida boca tuya —intervino Elvira, mirándola con desdén, su voz goteando desprecio.
Daphne se giró hacia ella con rapidez, su expresión se tornó de burla a molestia en un instante.
—Siempre metiéndote donde no te llaman, ¿verdad, Grinweld? —respondió Daphne, sus ojos brillando con una mezcla de desafío y desprecio.
