Capítulo 13

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Capítulo trece

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Capítulo trece

¿Estoy listo?

Mayo 10, 2018

Adriel Miller

Me senté en el sillón de cuero suave de la oficina de Rossi, como cada semana. A pesar de lo familiar que era este lugar, con sus paredes beige y el aroma persistente a lavanda, hoy me sentía más nervioso que de costumbre. El corazón me latía un poco más rápido de lo normal, y mis manos, apoyadas en mis piernas, estaban inquietas, como si no supieran dónde colocarse. Había algo importante que quería decirle a Rossi, algo que había estado rondando mi mente durante semanas. Pero decirlo en voz alta hacía que se sintiera mucho más real.

Rossi estaba sentado frente a mí, con su bloc de notas en la mano, esperando pacientemente. Siempre había algo en su presencia que me relajaba, esa tranquilidad que transmitía sin esfuerzo. Sin embargo, hoy, a pesar de todo eso, me costaba encontrar las palabras adecuadas.

Finalmente, tomé aire, hinché el pecho y lo solté.

—Rossi, creo que estoy listo. —Las palabras salieron antes de que pudiera procesarlas completamente.

Lo vi levantar la vista de sus notas, enfocándome con esos ojos cálidos y calmados. Sabía que me estaba dando espacio para continuar, para explicar, pero no me sentía preparado para el resto. Bajé la mirada y dejé que mis dedos tamborilearan sobre el reposabrazos del sillón.

—¿Listo para qué, Adriel? —preguntó, como siempre, con esa voz suave, sin presionar.

Tragué saliva. Sabía que esta pregunta venía, pero aún así me paralizó por un segundo. Miré mis zapatillas deportivas, negras con un logo blanco, y me concentré en la costura de los cordones, como si eso pudiera darme la valentía que me faltaba.

—Para estar con Sabik. —Sentí que mi voz se apagaba en la última palabra, como si aún no estuviera convencido de lo que decía. Pero lo estaba. O al menos quería estarlo.

Rossi no reaccionó de inmediato. Siempre esperaba. Esa era una de las cosas que más admiraba, pero también una de las que más me frustraban. Me obligaba a confrontar mis pensamientos en lugar de llenarlos de palabras que aliviaran el momento.

—¿Qué te hace pensar que ahora estás listo? —Su pregunta llegó como una ráfaga de viento suave, pero suficiente para remover algo dentro de mí.

Eso era lo que yo mismo me había estado preguntando. ¿Por qué ahora? ¿Por qué después de tanto tiempo evitando estos sentimientos, ahora sentía que podría volver a abrirme?

—Es complicado. —Fruncí el ceño y me incliné hacia adelante, apoyando los codos en las rodillas. Sentía mis músculos tensarse al recordar todo lo que había pasado durante los últimos meses. Estar sin Sabik me había permitido ver las cosas con claridad. Reflexionar sobre mis propias inseguridades y sobre lo que realmente quería. Pero ahora, al estar al borde de esta decisión, no podía evitar sentir una mezcla de emociones.

Dulce amor #2Donde viven las historias. Descúbrelo ahora