Capítulo 1

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Capítulo uno

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Capítulo uno

La entrevista

Parte 1

Enero 07, 2018

Adriel Miller

No he dejado de pensar en varias situaciones.

La primera es:

El amor de tu vida no te hace llorar, no te hace sentir culpable, no juega con tu estabilidad emocional, ni mucho menos te manipula.

Lo segundo es:

Tener responsabilidad afectiva va mucho más allá de dar explicaciones a una persona por no poder responder un mensaje, aquello también es decirle a alguien que no puedes estar con ella porque no quieres lastimarla como te dañaron a ti.

Lo tercero es:

El tiempo que pases al lado de una persona no define lo que sientas, porque puedes querer con más intensidad a una persona que conociste hace tres meses, que a esa persona que has conocido desde hace años.

Lo cuarto y último:

La salud mental es tan importante como estar mal físicamente, porque lo que no dices se vuelven dolor de cabeza, de estómago, las ganas de vomitar, aquellos nudos en la garganta, lo que no se habla te mata.

Siento una mirada, mi cuerpo se tensa, siento como mi corazón da un pequeño vuelco, mis ojos la buscan, podría olvidar cualquier cosa en esta vida, menos como mi cuerpo se pone al ella estar cerca.

Ella estaba ahí, sentada en las bancas, con una gran sonrisa en el rostro, mis ojos buscan los suyos, y en menos de cinco segundos, ya están conectados con ellos, ojos azules; como el mar, el cielo, tan profundos.

Que en ellos puedo ver lo que antes no me dejaba, me permitió y me dio el gran honor de ser yo quien vea más allá.

Ladea un poco el rostro y me sonríe genuinamente.

Pongo mi mano en mi pecho, justo donde esta el corazón, mientras trato darle una sonrisa, aunque quisiera darle más que eso.

—La sigues viendo como la primera vez —La voz de Brad hace que me sobresalte.

Se supone que estamos con Albert, pero sabe Dios a donde fue, así que aprovechando que no está nos tomamos un pequeño descanso.

—Dudo que en algún momento deje de hacerlo.

Ella es hermosa

Pero demonios, aquellas veinticinco pecas que le adornaba la cara, era ¡Joder! Y con sus ojos, maldita sea

No parezco loco al contar sus pecas, ¿no?

En mi defensa tenía curiosidad de saber cuántas tenía, y aquella noche en mi cumpleaños las conté, mientras ella dormía plácidamente en mis brazos

Dulce amor #2Donde viven las historias. Descúbrelo ahora