Capítulo 18.

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Inframundo – Palacio de Hades.

“¿¡Que hiciste que!?”

La voz de Perséfone resonó en todo el palacio. La mujer miró con enojo a Hades, que mantuvo su expresión y postura totalmente serena.

Alecto se mantuvo firme e impasible, viendo a dos niños en sus brazos. Al lado de la reina de las Furias, estaba Tanatos junto a Hécate. El Dios de la muerte tranquila estaba sereno, pero la Diosa bruja estaba sonriendo divertida.

“Lo que dije. Pasó, y no se puede alterar”.

“¡Pe-“

“No busques peros innecesarios, Perséfone. Ninguno de los dos está en condiciones de quejarse”.

Y ahí estaba la voz de la razón.

Tanatos en verdad vino a ver a los nuevos hijos de su medio jefe, ya que trabajaba en conjunto con Hades y también de forma individual.

“No creo que sea necesario rememorarte a Adonis o a Piritoo. Esto solo pasó una vez, a comparación de tus amantes que eran bastantes recurrentes”.

Alecto ni siquiera se dignó a mirar a Perséfone, que cerró la boca, no encontrando palabras coherentes que decir ante lo dicho por la Reina Furia.

Hécate murmuró un “Uh”, y desvió la mirada para ver a los dos mocosos de Hades y Alecto. No iba a negar que estaba algo sorprendida, pero se esperaba algo.

No era ignorante de que, luego de todos los problemas con Adonis y Piritoo, Hades quedó muy dolido. Si entre la soledad porque Perséfone se iba con Deméter y el dolor de sus actos no pasaba algo, era cuestión de esperar.

Perséfone salió enojada de la sala, y Hades suspiró.

“¿Cómo se llaman tus hijos, jefe?”

Hades iba a responder, cuando todos en la sala sintieron algo… sucio.

Alecto miró a su hija, y abrió los ojos con sorpresa.

“¡Trae una ambrosía!”

Hécate se teletransportó junto a Tanatos en búsqueda de Asclepio o de Apolo  el primero que encuentre.

Hades tomó con cuidado a su hija, viendo que su hijo estaba sano y durmiendo. La miró con cuidado, y lo sintió.

“Es en su poder… Parece algo putrefacto”.

Usando una mano libre, abrió su dimensión de bolsillo y sacó un libro. Mediante su magia empezó a pasar las páginas.

“Podredumbre…”

……..

Monte Olimpo – Templo de Naruto.

“¡Si! ¡Si~! ¡Joder~! ¡Ohh~!”

Plaf~

El sonido de una fuerte nalgada resonó en todo el templo.

Naruto tiró levemente del cabello de Afrodita, que estaba en posición de perrito, mordiendo la sabana y apretándola con las manos.

Podía sentir su interior palpitar con fuerza, abrazando la polla de Naruto como si quisiera apretarla y exprimir hasta la última gota.

El rubio apretó el trasero de Afrodita, y gruñó levemente. Sus embestidas al trasero firme y gordo de la Diosa del Amor no se detuvieron, acariciando todos los puntos de placer en la vagina de la pelirrosa, que estaba teniendo orgasmo tras orgasmo.

Los ojos de Afrodita se desviaron de su lugar, y su lengua salió de su boca cuando su mente llegó a otro lugar, perdida en el placer que sentía.

Naruto gruñó cuando sintió ese familiar cosquilleo en sus testículos, y se enterró profundamente dentro de Afrodita, y acabó directamente dentro del útero de Afrodita, que chilló y balbuceó incoherencias mientras llegaba a un orgasmo aún más fuerte.

Naruto: El Verdadero Dios.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora