Prólogo y Capítulo 1.

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Las cosas nunca son lo que parece.

…….

Rea miró con amor y cariño al bebé en sus brazos.

El cabello rubio y los ojos azules del mismo, le hicieron saber que ese hijo era suyo en su totalidad.

La sonrisa bella del mismo le enterneció el alma.

Las pequeñas manos del mismo jugaron con su largo cabello rubio pálido, que estaba suelto en su totalidad.

Unos pesados pasos le hicieron levantar la cabeza, y ver la figura titánica de su marido acercarse a ella con frialdad pura.

Estando cerca, Cronos miró a su mujer, y al bebé en sus brazos.

Dicho niño le devolvió la mirada con una sonrisa.

Una voz en su cabeza empezó a resonar con fuerza.

“Un día, tus hijos tomarán tu trono”.

No ver rastro de miedo, de duda o algo… Lo llenó de terror.

Su tamaño se redujo, y midiendo unos 2 metros de alto, se acercó rápidamente a Rea.

Tomó al bebé de sus brazos con fuerza, y eso alteró un poco a la Titán.

“Es nuestro hijo…”

La voz en la cabeza de Cronos se volvió pesada.

Miró con rabia y odio a su Primogénito, y ante los ojos de Rea, tiró al bebé al precipicio.

“¡No!”

Rea saltó de repente por el precipicio, ante la mirada sorprendida de Cronos, que de igual forma saltó para intentar atrapar a su mujer, con tal de que no salve a su hijo.

Ya en el suelo, Cronos miró con seriedad y enojo a Rea buscando desesperadamente a su Primogénito.

“Es inútil”.

Un bebé no podría sobrevivir a esa caída… ¿No?

“¡Bababa!”

Ese sonido heló la sangre de Cronos.

Rea se acercó, viendo a su bebé aplaudiendo con una sonrisa sin dientes, cosa que la hizo sentir aliviada más que sorprendida.

Lo alzó y lo acunó contra su pecho, viendo a Cronos acercarse con pasos pesados y una expresión llena de odio e ira.

“Dame a ese mocoso, Rea. No voy a permitir que viva”.

La hija de Urano y Gaia sabía que no podía huir. Cronos ya la había tomado de su muñeca libre, pero no podía soltar a su bebé.

“¡Dije que me lo des!”

El puño de Cronos no tardó en conectar con el rostro de Rea, que se vio forzada a soltar a su bebé cuando salió disparada para terminar chocando con varios árboles.

Rea no tardó en recomponerse, pero ya era tarde.

Cronos tomó su verdadera forma, creciendo y creciendo en tamaño hasta medir varios kilómetros, con su hijo en la palma de su mano.

Los murmullos en su cabeza aumentaron cuando notó que su hijo no se alteró cuando lo vio en su fase más poderosa. Parecía tranquilo, como si reconociese la presencia de su padre.

Ya en su máxima altura, acercó su palma a su rostro, y gruñó.

“Nunca me quitarás mí trono”.

Levantó su rostro junto a su palma, y el bebé se deslizó hasta caer a su boca.

Cualquier amor que Rea haya sentido por Cronos, se convirtió en odio.

Naruto: El Verdadero Dios.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora