Epílogo.

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El Panteón Griego pasó una gran depresión por muchos años.

Las esposas de Naruto, Hera, Hestia, Afrodita y Tisífone, juraron por el Estigia, por su propia existencia, con Icor y frente a la misma Chaos que no tendrían otra pareja, ni romántica ni sexual, más que la que tuvieron con Naruto.

Aunque para muchos fue una decisión inesperada, las mismas habían dejado en claro muchas veces que no habría nadie como Naruto, y que jamás nadie podría borrar la huella que él dejó en ellas.

Como tal, con los años, nunca se interesaron en nadie más. Se dedicaron plenamente a sus hijos más jóvenes, al trabajo en sus dominios, y a honrar la memoria de su esposo todos los años.

Con la resurrección de Poseidón, los otros tres hermanos de los 7 Olímpicos originales se dedicaron a mantener el Olimpo estable junto a Hera, que quedó como Reina del Olimpo, y junto a Hestia.

Los Dioses de Segunda Generación se encargaron de cubrir sus trabajos sin quejarse, tal y como hacían cuando Naruto estaba como rey.

Albedo, Malenia, Miquella y Adamas se convirtieron en los Dioses de Segunda generación más poderosos junto a Apolo, y se encargaron de mantener siempre al Olimpo a salvo de amenazas.

Malenia y Miquella admiraban la figura de su tío, más aún cuando a Malenia le ayudó cuando era bebé, cosa conocida por Hades y Alecto, y Miquella por todo lo que representó el mismo para su familia.

Todos los Dioses velaron por los humanos, incluso cuando llegó una época en que dejaron de rezarles como antes, que fue cuando las creencias de los Bíblicos se expandió por todo el mundo, y los opacó a todos.

Pasando los milenios, el Monte Olimpo y los Dioses Griegos se movieron desde Grecia, y fueron trasladándose por todo el mundo, y distintos panteones a la vez.

Finalmente, se establecieron en América, debido a los números de hijos que habían quedado por parte de Naruto, y al hecho de que, incluso si la sangre divina se diluía más con cada generación de hijos, la conexión con los griegos terminaba llegando a más rezos y creencia en ellos.

Los únicos territorios que no tocaban eran los pertenecientes a los Azteca, a pesar de que tenían buena relación con Quetzalcóatl, pero no con el resto de Dioses.

En memoria de Naruto, Hefesto creó estatuas y templos en cada lugar donde residieron, y mantuvo generaciones de sirvientes manteniendo la existencia del mayor Dios reconocido del Panteón Griego en esos templos.

Hoy, los Dioses son considerados mitos, y la historia de los Dioses del Olimpo fue escrita y reescrita muchas veces. Pocos conocen la verdad, otros se niegan a creer, y los que creen viven vidas plenas.

El amor, el matrimonio, el hogar cálido y la familia es algo que nunca falta en aquellos que creen y rezan al Dios Naruto, por más que su existencia ya no esté en forma física en este mundo.

Pues incluso si el ya no camina entre nosotros, su presencia y su aura cubren de todo mal al que cree desde su corazón en él.

……..

Rhea miró con cariño y tristeza a su hija, que la miraba con ojos llorosos.

El cabello rubio brillante como el sol y sus ojos azules como el cielo eran la fiel imagen viva de su padre, pero en mujer.

“Entonces… ¿Mí papi es Naruto?”

Rhea cerró lentamente los ojos, con una suave y cálida sonrisa.

“Así es, hija”.

……..

¡Final de la Historia!

Gracias a todos por leer, y seguir siempre al lado mientras escribía.

¡Ups! ¿Y ese final? Jojojo…

La historia de “Naruto: El Verdadero Dios” fue contada por Rhea a su hija con el propio Naruto.

¿Quién pensaría que su padre había hecho tales cosas? Claro, si es que tu padre no se fue a buscar cigarros.

Desde ya, un abrazo a todos ustedes.

Los espero en la próxima historia.

Naruto: El Verdadero Dios.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora