Capítulo 9.

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Afueras del Tártaro.

Naruto miró en silencio a los tres Hecatónquiros salir y taparse las 50 caras debido al sol. Se rió un poco cuando notó la expresión molesta de los mismos.

“Había olvidado lo brillante y molesto que puede ser”.

El rubio los miró con diversión, cosa que ellos notaron.

“Por cierto, ¿Tienen algún nombre, o les digo H1 y así?”

Los tres lo vieron con expresiones variadas en todas sus caras.

“Yo soy Briareo”.

“Coto”.

“Gíes”.

Naruto asintió lentamente, y suspiró. Cerró sus ojos y, mientras buscaba una esencia similar a la de Urano, habló.

“Primero buscaremos a la hija de Urano”.

“Espero no nos hayas sacado para hacer recados”.

Naruto sonrió burlonamente, viendo a Briareo que estaba delante.

“Si no quieren, pueden volver por ahí”.

Las múltiples caras lo vieron con la misma sonrisa burlona.

“¿Y quien nos va a meter ahí?”

“Yo”.

Las risas llenaron todo en varios metros a la redonda, mientras Naruto veía a los tres reírse con todas sus caras.

“Me agradas, enano”.

Para los Hecatónquiros esto era nuevo. Siempre habían sido temidos por su apariencia, desde su nacimiento. Incluso por ser considerados monstruos fueron encerrados. Pero este Dios en frente suyo no les tenía una pizca de miedo, podían sentirlo incluso si intentaban esconderlo, pero el rubio frente a ellos estaba alrededor de ellos como si fuesen amigos de toda la vida.

“Síganme. No tardaremos mucho”.

“Detrás de ti”.

……

Isla de Chipre.

La isla estaba llena de vegetación, rodeada por el mar. Había un olor a perfume en el aíre que atraía todo tipo de animales, cegados por el olor.

Ese perfume provenía de una hermosa mujer rodeada de Ninfas, que la admiraban y cortejaban con todo tipo de atuendos a la altura de su belleza. Los pájaros cantaban felices por estar al lado de dicha presencia.

Sin embargo, un silencio repentino se formó de repente.

Alguien había entrado, rompiendo la armonía de los cánticos, cosa que desconcertó a la mujer y las Ninfas que la rodearon protectoramente.

De los arbustos se escuchaba un ruido de alguien acercándose, y entonces ocurrió.

Las Ninfas sintieron que su mandíbula se aflojaba.

La mujer recostada notó la expresión de las mismas, pero no pudo asomar a ver porque todas cubrían su vista.

“Vengo de parte del padre de la mujer que esconden. Soy Naruto, Primogénito de Cronos y Rhea”.

Las Ninfas lo miraron impactadas, y eso lo hizo suspirar levemente.

Ellas no esperaban que uno de los hijos de Cronos, que se había hecho un nombre en todo el mundo por sus actos en esta guerra, llegará aquí, y menos aún en nombre de Urano.

Naruto: El Verdadero Dios.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora