Marcas y Heridas

4.5K 367 155
                                    

POV Hanji
Luego de haber pasado un lindo día ya era hora de estar de nuevo en casa, o mejor dicho en el infierno. Lógicamente tuve que entrar con las llaves, porque si no era más que obvio que mi madre no abriría la puerta nunca, debe de estar muy entretenida para hacerlo.

Entré y me fui directamente a mi habitación, se encontraba totalmente desordenada —mucho más de lo normal— Yo generalmente soy desordenada, pero esta vez era un completo desastre, y lo peor era que no lo había causado yo.

Bajé a la cocina porque tenía mucha hambre, no he comido en todo el día. Busqué en el refrigerador cualquier cosa y me puse a comer en la pequeña mesa de la cocina, de pronto mi madre entró a interrumpir mi tranquilidad.

—¿¡Qué diablos has estado haciendo!? ¡Te dije que fueras al supermercado no a largarte de la casa! —exclamó furiosa.

—Me quise ir porque quise y ya —contesté despreocupada, mi madre merece ser tratada así— A ti ni te interesa lo que me pueda suceder así que da lo mismo, metes hombres extraños a la casa teniendo una hija adolescente y ni te preocupas un poco.

—¡Cállate! ¡A ti no te debe importar lo que haga! ¡La que manda en esta casa soy yo y puedo hacer lo que quiera!

Yo me enfurecí, me fui de la cocina lo más rápido que pude y me encerré en el baño de un portazo, sentí ira y odio, si, odio hacia mi propia madre. La mujer que si hubiera tenido un poco más de dinero me hubiera abortado.

Necesitaba desquitarme de alguna forma, no sabía qué hacer y actué sin pensar. Tomé una pequeña cuchilla de afeitar que se hallaba en el baño e hice un corte en mi antebrazo , estaba harta de esta horrible vida, sin padres prácticamente.

Las gotas de sangre se hacían presentes y caían al suelo de a pocos, dejó de ser un corte y fueron aumentando a dos, luego tres... eran algo profundos, pero no lo suficiente como para mandarme al hospital. Limpié el suelo del baño con un poco de papel higiénico y me dirigí a mi habitación.

Me dediqué horas enteras a llorar, lamentándome por la horrible vida que me tocó. Así se debe de sentir Levi, una persona única en el mundo a la cual nadie comprende, al igual que yo. Ambos tenemos muy mala suerte por la vida que nos tocó, a ambos nuestros padres no nos escuchan, aunque yo no tengo un padre a mi lado.

Fue una fría tarde de domingo, el día pasó rápido y finalmente me dormí. Me quedé un rato pensando en Levi, en que podría estar haciendo en este momento. Luego pensé en sus amigos... se llamaban Isabel y Farlan si bien recuerdo, debe de haber sido horrible ver como tus amigos morían frente a tus ojos, sin poder hacer nada para evitarlo.

En este poco tiempo he logrado apreciar mucho a Levi, me parece un chico muy valiente por haber afrontado todas estas cosas, aunque siento mucha lástima por él. Aunque finalmente logró ser un buen chico como creía.

Con mucho dolor en mis brazos y en mi corazón terminé quedándome dormida, no tenía ganas de pensar en nada más.

A la mañana siguiente

Me levanté con flojera como siempre, abrí levemente la cortina de mi habitación para ver cómo estaba el día. Mierda, estaba muy soleado -y eso que era invierno- No le presté atención al día, me fui al baño y tomé una ducha rápida, me puse mis jeans rasgados y para que no se noten las heridas de mi brazo me puse un suéter violeta con mangas muy largas. No me importó el calor que haga hoy igual me lo puse, por último me puse mis converse de siempre y claro, mis gafas, tomé mi mochila con brusquedad y bajé a la cocina.

Al terminar de desayunar ni me despedí de mi madre y me fui directamente a la escuela. Llegué bastante acalorada a la clase de literatura —y temprano, era un milagro— y encendí el ventilador a la máxima potencia.

Conociéndonos [Levihan]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora