Harper despertó esa mañana con una ligera sensación de confusión. A pesar de haber dormido toda la noche, su cuerpo aún se sentía agotado, como si le pesaran los músculos. Se levantó lentamente, frotándose los ojos mientras trataba de recordar los detalles de la noche anterior. No podía negar que la sensación de desvanecimiento había sido extraña, pero la atribuyó al estrés y al agotamiento del día. No le gustaba la idea de sentirse vulnerable y mucho menos delante de Matt.
Se miró en el espejo y suspiró. Lo mejor sería dejar ese episodio atrás. Se recogió el cabello en una coleta rápida y decidió bajar a desayunar. No podía ignorar lo que estaba sintiendo, pero tampoco quería levantar sospechas o provocar preguntas incómodas. Con paso decidido, salió de la habitación y se dirigió hacia el comedor.
Al llegar, vio que Matt y Leah ya estaban allí, sentados en una mesa cerca de la ventana, con vistas al océano. Matt, como siempre, parecía relajado y encantador, hablando con una sonrisa en su rostro, mientras Leah reía a su lado.
—¡Buenos días, dormilona! —bromeó Leah al verla acercarse—. Ya pensábamos que te ibas a quedar en la cama todo el día.
Harper forzó una sonrisa y se sentó frente a ellos.
—Buenos días —respondió Harper, tomando el zumo que ya estaba servido en la mesa—. Anoche no me encontraba muy bien, de hecho... ¿A vosotros os sentó algo mal de la cena? —preguntó, buscando alguna confirmación de que no había sido solo ella la que se había sentido extraña.
Matt la miró con una expresión de sorpresa y negó con la cabeza, su tono era tan despreocupado como siempre.
—Yo estuve perfecto —dijo, encogiéndose de hombros—. Quizá fue el cansancio, Harper. Ayer fue un día largo, el madrugón, el jet, el día en la isla y a veces estas cenas tan pesadas nos pasan factura.
Harper apretó los labios, no muy convencida de su respuesta, pero antes de que pudiera decir algo, Leah intervino.
—Bueno, yo también noté algo raro anoche —dijo Leah, mirando a Harper con una pequeña sonrisa solidaria—. No fue nada grave, pero sí sentí un poco de descomposición en el estómago. Quizá alguna pieza de marisco no estaba en las mejores condiciones.
Harper se relajó un poco al escuchar a Leah. Tal vez sí había sido algo de la comida, algo que simplemente le había afectado más a ella. Aunque eso no explicaba el mareo tan intenso ni el hecho de haber despertado desorientada en su cama.
—Eso puede ser —murmuró Harper, más para sí misma que para los demás.
Matt, mientras tanto, seguía mirándola con esa sonrisa que no se borraba de su rostro, como si todo lo que hubiera pasado fuera una pequeña anécdota sin importancia.
—Hoy tenemos un día más relajado, Harper —dijo Matt, cambiando de tema con tono ligero—. Vamos a hacer algunas actividades en la playa, snorkel, paddle surf, lo que te apetezca. Te vendrá bien despejarte.
Harper asintió, aunque no le apetecía mucho la idea de pasar el día en la playa con Matt pegado a ella. No quería ser grosera, pero tampoco podía soportar la idea de seguir fingiendo que todo estaba bien entre ellos.
—Voy a cambiarme y bajaré en un rato —respondió Harper, levantándose de la mesa.
—Te esperamos —dijo Matt, guiñándole un ojo de manera que solo lograba incomodarla más.
Cuando llegó a su habitación, cerró la puerta con cuidado y fue directa hacia el teléfono, necesitaba hablar con Aiden. Si alguien podía calmar su mente y ayudarla a aclarar lo que estaba pasando, era él. Marcó su número, esperando ansiosa que contestara.
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Bajo Cielos Opuestos
RomanceHarper Hargrave pertenece a la élite de Palm Beach. Su vida está cuidadosamente diseñada por las expectativas de su familia y amigos, quienes la ven destinada a un futuro perfecto junto a Matt Barrister, el chico aparentemente ideal. Atractivo, infl...