Capítulo 3

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Después de prepararnos toda la tarde del día anterior, salimos rumbo al reino de Micenas, donde Agamenón nos brindaría más guerreros. Durante las primeras horas todo había sido tranquilo hasta que, en un pequeño rincón del barco comenzaron a moverse las reservas de comida que traíamos, preocupado me acerque a ver qué era lo que estaba ahí, y como si fuera lo más común del mundo, ahí se encontraba Patroclo en una esquina, sentado, sonriendo. Sin dudarlo lo saque de ahí y con una mezcla de enojo y felicidad comencé a reprenderlo, no era posible que estuviera aquí, no el...


De todas las personas posibles, justo él tenía que estar aquí, que pasaría si resultaba dañado, sin embargo tenía que admitir que también me daba gusto que estuviera aquí y ante la situación no quedó más remedio que aceptar que estaría con nosotros. Al llegar a Micenas desembarcamos unos días, puesto que tendríamos que entrenar todos juntos y como si mi vida dependiera de eso yo estaba dispuesto a proteger a Patroclo de todo peligro. Así que cuando nos informaron que iríamos a entrenar con Quirón, el centauro más famoso del reino, sin pensarlo dos veces me lleve a Patroclo conmigo.


Sin duda serian días pesados pero si había algo que me reconfortaba era la compañía de Patroclo, a pesar de que el ambiente era demasiado pesado y cansado durante los entrenamientos, los momentos que más disfrutaba justo era en estos, pues disfrutaba estar entrenando con él, entre risas y juegos, como el de aquel día en el que al tenerlo inmóvil pegado contra el césped por un mal movimiento ambos caímos al piso y comenzamos a reír, o como aquel otro día donde nos mandaron por madera al bosque para poder crear un nuevo arco.
"Íbamos riendo y bromeando juntos, hasta que nos encontramos un lago y como si de un niño chiquito se tratara, corrí hacia él y me avente sin pensarlo, Patroclo sin entender que pasaba se acercó a la orilla de este y pregunto si todo se encontraba bien y en ese momento vi la oportunidad perfecta para hacerle una broma y lo jale junto a mí al lago, sin embargo en el instante que callo se asustó, parecía un niño chiquito, algo preocupado pregunté si todo estaba bien, y el algo avergonzado confeso que no sabía nadar, así que entre risas y juegos me dispuse a enseñarle, ni siquiera sé cuánto tiempo pasamos en el lago pero sin duda fue la mejor parte de todo mi día, ver a Patroclo indefenso y asustado fue algo muy tierno, sin duda una de las cosas más lindas que paso ese día"


A pesar de los buenos momentos que había estado pasando con Patroclo tenía que admitir que me daba miedo el acercamiento que hemos tenido, no entiendo porque su compañía me resulta amena y reconfortante, no entiendo nada de lo que está pasando, pero sin duda estoy dispuesto a entender que es todo esto que he estado sintiendo, sin embargo tengo una duda, ¿él se encontrara igual de confundido?, tal vez si...


La historia secreta de troya Donde viven las historias. Descúbrelo ahora