❥ Atracción Confusa ۰ KYMAN

11 | Cállate, imbécil

Las semanas pasaban como si nada para los demás, pero estas mismas parecían infinitas para Kyle y Eric. 

Preguntas atascaban las cabezas de ambos sin poder dejarles descansar por las noches. Evidentemente, ellos y su demás grupo se fueron distanciando considerablemente. Kenny y Stan  no tenían idea de lo que le sucedía a los dos pero eligieron esperar hasta que hiciesen las pases o simplemente se les pasara. Se preguntaban si había sucedido algo en la fiesta pero no les importaba lo suficiente como para investigar o siquiera querer recordar todas las barbaridades que ellos mismos habían hecho aquella noche.

El judío no sabía si debería mencionar sobre los errores que tuvieron al momento de sus resultados hace tiempo, pero para nada pensaba quedarse como un omega por el resto de los años que le quedaban en aquella escuela. Pero, había algo que evitaba que lo revelara; Cartman. Realmente no sabía que sentía hacía él. Al momento en que el chico pasaba por su mente, casi de inmediato le comenzaba una migraña terrible. Había demasiado que procesar y simplemente no tenía ni idea de por dónde empezar.

A veces le gustaba recordar los momentos en los que salían y disfrutaban la compañía del otro, antes de que sucediese lo de Tolkien y la "asquerosa fiesta", como solía decirle él. Genuinamente lo había disfrutado, pero casi de inmediato los pensamientos de tener que decidir que sentía, hacían que se olvidara de todo y siempre lo dejaba con un dejo de nostalgia por un largo rato.

Tenía demasiadas preocupaciones que lo atormentaban a diario, y aún más al no tener ni idea de lo que se supone que había sucedido entre Tolkien y él. Después de lo que pasó en su casa, el chico lo ignoraba siempre que se encontraban, como si ni siquiera hubiesen sido amigos antes.

Por otro lado, estaba el castaño que todos los días se retorcía de arrepentimiento por lo que había hecho con el pelirrojo. De la rabia pensaba en exponerlo con todo el mundo pero sabía que si lo hacía también se expondría a él mismo y quedaría mucho peor. No se le podía ocurrir nada, e ir a hablarle para solucionarlo como personas civilizadas ni siquiera era una opción.

No todo era malo, para su suerte nadie en lo absoluto lo había reconocido con su distintivo disfraz, o al menos eso esperaba. Le rezó a todos los dioses que conocía para que Kyle no recordara nada tampoco, pero el simple hecho de recordar el momento en el que la cabellera rubia se le cayó y el otro hasta continuó con... ¿otras intenciones?, parecía volverlo loco.

Una tarde que se encontraba jugando con Mr. Kitty en la sala de su hogar, sus pensamientos empezaban de nuevo a casi que comerlo vivo. Realmente trataba de evitarlo y continuar con su vida a pesar de todas las desgracias que ya le ocurrían, pero se le hacía imposible. 

Finalmente, pareció rendirse y detener la sesión de juegos con su gata para recostarse en el sofá y enfrentar a su mente. Decidió ir hasta el origen de todos estos sentimientos confusos; cuando a media pelea, el judío no pudo golpearlo. ¿Qué se supone que había sucedido? Fue todo tan incómodo en el momento, pero siempre que lo rememoraba, una pequeña sonrisa se le escapaba. 

¡Ding dong!

El sonido de su timbre interrumpió sus recuerdos. Se levantó lentamente de su cómodo sillón para ir y atender, pero justo antes de que abriera, un olor a feromonas conocido llegó a su nariz. Se heló por completo frente a la puerta.

—¿Hay alguien ahí?— el pelirrojo preguntó con incomodidad desde el otro lado.

Cartman pareció regresar a la vida, se despabiló, respiró profundo y puso la cara más seria que pudo para finalmente abrir.