23.

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Días después...

Me doy la vuelta en el espejo no muy conforme a como luce mi vestido. Debo hacerle caso a mi tía y comenzar a cuidar mi dieta, realmente estoy subiendo de peso; leí una página en internet que puede ser el anticonceptivo actuando, pero de igual forma he estado comiendo como una puerca.

—Te ves hermosa —Matteo me da una mirada desde el baño— ¿Qué?

—No me gusta —niego con la cabeza— creo que... ya sabes, la inyección y la forma en que estoy comiendo me está haciendo engordar mucho.

—Yo te veo igual y hermosa —me da una mirada completa y me sonrojo sonriendo— pero si no te sientes cómoda puedes empezar a ir al gimnasio que tenemos en el último piso.

—No sabía que tenían gimnasio.

—No se me ocurrió nunca decirte —comienza a arreglarse la corbata— puedes ir cuando yo voy. A veces es o muy tarde o muy temprano.

—Me gustaría mucho —tomo los aretes que compre hace ya un tiempo, pero que combinan con mi vestido— ¿Crees que sería buena idea hoy decirle a Lilibeth sobre la casa?

—No tengo idea. No sé cómo se relacionan las mujeres para hacer amistad.

—Mi única amiga es mi hermana —ruedo los ojos— pero con Lilibeth fue agradable hablar en el centro comercial.

—Entonces ya debes tener una idea —se acerca y acaricia mi cabello, algo que hace últimamente— siento que te estoy obligando a hacer algo, pero de verdad necesitamos hacernos más públicos en la política.

—Está bien —sonrió— esto quizá me ayude a perder timidez. Aún no he convivido con nadie de la organización.

—Eso está a nada de terminar. Se avecina ya un compromiso entre mi lugarteniente de Boston y la hija del lugarteniente de Filadelfia. Espero que no t importe ser parte de la organización del evento. La hija del lugarteniente de Filadelfia es prima lejana.

Trago y asiento. Esto me ayudara... en verdad espero que sí. Tengo que empezar a figurar un poco más dentro de esto sobre todo por la posición de la esposa del capo que tengo.

—Comenzare a acercarme a las mujeres —asiento.

—Gracias, Stellina —me besa.

.

.

Beso la mejilla de Lilibeth y ella sonríe. Luce hermosa en su vestido azul marino y con su cabello recogido en un moño elegante. El novio de ella, Aiden, también luce muy bien y es muy atractivo.

—Me alegro que hayas venido —dice el hombre rubio— necesitamos hablar.

Matteo asiente y de repente Lilibeth y yo somos llevadas a una de las mesas circulares mientras ellos se alejan para platicar.

—Lamento tanto no haber podido mandarte mensaje antes —suspira— estoy cerca a graduarme así que no tengo demasiado tiempo.

—Oh, ¿Qué estudias?

—Arte —sonríe radiante— perdí un año porque no sabía lo que quería cuando era demasiado obvio. Era una gran tonta —suspira negando— ¿Tu estudias?

—No —respondo incomoda.

—Ah, sí, bueno quizá después puedas hacerlo —me guiña el ojo.

—Tal vez —es todo lo que digo. ¿Sera un buen momento? —yo... realmente no tengo muchas amigas; quiero saber si me podrías ayudar a encontrar un casa para Matteo y para mí.

CaníbalDonde viven las historias. Descúbrelo ahora