27.

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Mi respiración se acelera igual que los latidos de mi corazón. Oh, Dios, por favor... miro como entra un hombre con una cámara. ¿Realmente este hombre me hará esto? Yo no tengo la culpa de absolutamente nada. Estoy a un paso de suplicar, pero sé que esto es lo que les gusta a hombres como él y me niego a caer tan bajo.

—Leonardo —Aryana lo llama— no puedes hacer eso...

— ¿Quién me lo va impedir? —Se ríe y niega con la cabeza— quizá hasta le guste.

—Ella... ella no tiene nada...

—Ah, ¿ahora quieres jugar a la heroína? ¿Quieres sacrificarte por ella? ¿Por la esposa de tu amor?

—Yo no tengo la culpa —digo con la boca seca de terror y trago cuando él me mira. Tiene una mirada desquiciada y atemorizante en sus ojos, la violencia es tan palpable que quiero gritar, llorar y suplicarle que no me haga daño.

— ¿Cómo dice el dicho? ¡Ah, sí! Pagan justos por pecadores —cierro los ojos cuando vuelve a acariciar mi rostro— no seré tan malo —me estremezco al sentirlo más cerca de mí; su aliento justo en mi oreja— tal vez te guste y a mí me guste tu coño y decida quedármelo.

No, no, no, no... niego con la cabeza y la primera lágrima cae mientras lo escucho reír alejándose de mí.

— ¿No es tierna? —Pregunta retóricamente y se sigue riendo. El hombre que esta con él se ríe también mientras saca una cámara— Matteo va a arrepentirse de haberse metido con algo mío.

No dejo de sentir escalofríos porque sé que este hombre me va a hacer daño. No creo poder vivir después de esto... quizá me violara y después me matara o, por el contrario, me mantenga torturándome. Aryana se encuentra con mi mirada y la de ella también está llena de miedo y lágrimas.

Leonardo se acerca de nuevo a mí y pone las manos en su cintura. Me mira divertido y me analiza, antes de negar con su cabeza.

— ¿De qué forma crees que será más divertido? ¿Atada a mi merced o sin ataduras para que pongas pelea? Me gusta cuando ponen pelea. Aryana es testigo de cómo me encanta doblegarlas —va hacia atrás de mi— sí, desatada. A Matteo seguro le encantara ver cómo te domino —ahogo un sollozo cuando muerde mi oreja juguetonamente— te juro que esto jamás lo olvidaras, Stella.

—Por favor...

—Aun no empezamos —se burla y libera mis manos. Las atraigo hacia mí, las siento adoloridas y se encuentra rojas debido al agarre de la cuerda. Gimo cuando me toma por el cuello jalándome hasta ponerme de pie... me siento débil y desestabilizada, pero el agarre de Leonardo en mi impide que caiga— ¿Tienes todo ya listo?

—L-leonardo, no puedes hacer eso... p-piensa bien —comienza Aryana— te mataran.

— ¿Crees que ese cabrón va a poder entrar aquí? —Se ríe— tengo a los rusos conmigo y también mi organización es lo suficiente fuerte. No me subestimes, perra estúpida.

—Espero que te maten lentamente, hijo de puta —le susurra ella y Leonardo me suelta para atestarle una bofetada tan fuerte que cuando Aryana eleva su cabeza está marcada y sangra de su boca.

—Cierra su puta boca —le ordena al otro hombre que asiente dirigiéndose a Aryana.

Observo como bruscamente la toma por el cuello y saca una cinta adhesiva para ponérsela, ella grita, pero el hombre la golpea antes de ponerla la cinta en la boca. Miro hacia Leonardo aterrorizada y este se encuentra mirándome con una horrible sonrisa.

— ¿Estas lista, linda?

—No me toques —susurro y doy un paso atrás cuando con una perversa sonrisa da un paso hacia mí.

CaníbalDonde viven las historias. Descúbrelo ahora