Era una tarde tranquila en el reino mágico, unas semanas después de que Han y Minho se conocieran en circunstancias poco convencionales. Desde entonces, los dos habían intercambiado algunas miradas furtivas y sonrisas cómplices en las reuniones formales de la corte, pero ninguno había tenido el valor de admitir lo que sentían. El reino oscuro y el reino mágico aún estaban en una paz inestable, y cualquier movimiento en falso podría alterar ese delicado equilibrio.
Ese día, Han decidió dar un paseo por los jardines encantados del reino, buscando un momento de calma entre la naturaleza. El príncipe siempre había sentido una profunda conexión con los animales, y en sus ratos libres le gustaba conversar con las criaturas del bosque, compartiendo anécdotas y risas. Su don, otorgado por Felix, el príncipe de las hadas, lo hacía sentir más cercano a la naturaleza que a la política de la realeza.
Mientras caminaba por un sendero rodeado de altos árboles, escuchó un débil maullido. Era un sonido tan suave y triste que hizo que su corazón se encogiera. Sin dudarlo, siguió el sonido hasta llegar a un claro donde encontró a un gato gris con manchas negras y de ojos verdes, acurrucado bajo un arbusto. Parecía estar herido, con una de sus patas delanteras doblada de manera antinatural y su respiración agitada.
—Hola, pequeño —susurró Han mientras se acercaba con cautela—. ¿Qué te ha pasado?
Para su sorpresa, el gato levantó la cabeza y lo miró directamente a los ojos con una intensidad que no había visto en ningún otro animal. Había algo en la profundidad de esos ojos que lo desconcertó y las le hacían conocidos, pero no le dio mayor importancia. Se arrodilló junto al animal y extendió la mano, hablándole suavemente en el idioma de los animales.
—No te preocupes, no voy a hacerte daño. Solo quiero ayudarte.
El gato intentó levantarse, pero su cuerpo temblaba de agotamiento. Han frunció el ceño, sintiendo una conexión extraña con el felino. Había algo en él que le resultaba... familiar. Sacudió la cabeza, pensando que probablemente su imaginación le jugaba una mala pasada.
—Déjame llevarte a un lugar seguro —dijo finalmente, recogiendo al gato con cuidado en sus brazos—. Voy a curarte, no te preocupes.
A medida que caminaba de regreso al castillo, el gato se acurrucaba contra su pecho, soltando de vez en cuando un suave maullido. Han, sin saberlo, estaba llevando al mismísimo Minho, el príncipe del reino oscuro, quien había quedado atrapado en su forma de gato tras un combate mágico días antes. Minho había estado demasiado débil para regresar a su forma humana, y hasta ahora, no había encontrado la oportunidad de revelar su identidad.
De vuelta en el castillo, Han instaló al gato en su habitación, cubriéndolo con mantas suaves y aplicando un ungüento mágico en su pata herida. Mientras trabajaba, le hablaba con suavidad, sin darse cuenta de que Minho entendía cada palabra.
—Tienes suerte de haberme encontrado. Los bosques pueden ser peligrosos para los animales pequeños como tú. ¿Cómo te llamas? —preguntó, a pesar de saber que los animales no solían tener nombres en el sentido humano.
Minho, por su parte, intentó maullar en respuesta, pero se dio cuenta de que incluso eso era complicado en su estado. Estaba atrapado, no solo en su forma de gato, sino también en una situación donde el único que podía ayudarlo era el príncipe del reino rival, el mismo chico por el que había empezado a sentir algo.
Después de un rato, Han decidió que el gato necesitaba descansar.
—Voy a dejarte dormir un poco —dijo, acariciando suavemente la cabeza del animal—Si necesitas algo, solo dime.
El gato cerró los ojos, intentando recuperarse mientras Han se alejaba para darle espacio. Sin embargo, en su estado, Minho sabía que necesitaba cambiar a su forma humana pronto, o la magia que lo mantenía en esa forma se haría permanente.
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La Magia De Los 4 Reinos One-Shot
FantasyEntre amor, rivalidades y magia, ocho jóvenes se embarcan en aventura que cambiará sus vidas y el destino de los reinos para siempre. ¿Podrán encontrar la paz en un mundo lleno de sombras y luz?