13. Hagamos silencio y miremos las estrellas.

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Rihanna - Love On The Brain (1:38 - 2:07)

Al no haber tanta contaminación como en la ciudad, el cielo está mucho más despejado y se pueden ver algunas estrellas en el cielo. Así mismo, no hay tanto ruido de autos, construcciones y demás ruido ambiental al que estoy acostumbrada.

Hay silencio. Calma.

Y como alguien que está acostumbrada al caos, está calma me pone inquieta o tal vez me siento así por la molestia que me provocó darme cuenta de que obviamente Donovan también sabía lo que estaba pasando entre mi hermana y William. ¿Por qué fue algo que pasé por alto? Me reprendo de manera mental al notar como hay tantas cosas que dejo pasar. Cosas que están ahí justo frente a mí.

No debería enojarme con él por saber, ni siquiera nos conocíamos en ese momento y él trabajaba para Aurora, debía guardar silencio ante lo que ella hacía o dejaba de hacer. Sí comprendo aquello, ¿por qué me molestó tanto y lo sentí como una traición?

—¿No te gustaría algo de pastel? —me sobresalto al escuchar la voz de la abuela Esther.

Tiene un plato con un pedazo de pastel y lo estira en mi dirección.

Yo me he acomodado en el porche con mi laptop, mi teléfono de trabajo y mi teléfono privado para revisar la presentación que se llevará a cabo el lunes en las empresas de Texas, dónde se encuentra nuestra fábrica principal y la más grande de Empresas Sinclair.

—Está bien si no quieres, no tienes que aceptar. No me sentiré ofendida si dices que no.

Bajo la tapa de mi laptop y miro el plato por unos largos segundos.

—No soy fan de los dulces —respondo.

Cierro la tapa de mi laptop y la dejo a un lado, la abuela Esther se sienta al otro lado del columpio de madera que hay en el porche de su casa.

Miro mis manos sin saber exactamente que decir y ella se debe dar cuenta porque llena aquel silencio.

—Mi abuela solía decirme que las lágrimas que no lloramos se derraman dentro de nosotras y llega a un punto donde nuestro cuerpo ya no puede almacenar más lágrimas y simplemente nos ahogamos en ellas —me cuenta—. Que no nos damos cuenta de que eso está sucediendo porque pasa en silencio. Mi abuela solía trenzar mi cabello para, según ella, atrapar la tristeza y que, cuando el viento sople con fuerza, soltemos la trenza para que se lleve esa tristeza.

Me hace una seña para que me gire y empieza a pasar sus dedos con suavidad por mi cabello, tararea una vieja canción de cuna que solía contarle su abuela mientras peinaba su cabello y empieza a trenzar el mío.

Nunca conocí a mis abuelos, así que, este momento o experiencia, no tengo con que compararlo.

—Suena muy tierno. ¿Verdad? Atrapar la tristeza en una hermosa trenza, pero la tristeza es parte de la vida y hay que transitarla, si la "atrapas" se puede transformar en algo más complicado. No hay que tener miedo a los sentimientos, mi niña. Hay que sentirlos, ya sean buenos o malos, y luego, a los malos, los dejamos ir. Sientes la tristeza, el dolor y la nostalgia, y después los dejas ir. No permitas que hagan una casa dentro de tu alma.

Me ha hecho una trenza horizontal, dejando mi cabello suelto y me dice que me veo hermosa.

—¿Por qué me está diciendo esto?

—Nunca he visto una mirada tan triste como la tuya —responde—. Incluso cuando sonríes, hay tanta nostalgia y tristeza en tu mirada. No debería alguien tan joven tener tanta tristeza en su alma.

Me quedo quieta, sin saber exactamente cómo debo responder aquello. Mi primer instinto es negarlo y decirle que no es así, que estoy bien y que solo estoy algo estresada por el trabajo, pero me doy cuenta que hacer eso, no tiene ningún sentido porque ella no me va a creer.

De un átomo a toda una galaxiaWhere stories live. Discover now